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Francisco durante Viacrucis: “Hay que correr el riesgo de amar”

“Miremos a Jesús que pasa y caminemos con él” fue la exhortación que hizo el Papa Francisco a los más de 600 mil jóvenes congregados en el parque Eduardo VII de Lisboa, para participar en uno de los actos más solemnes de la Jornada Mundial de la Juventud: el rezo del Santo Viacrucis.

Un momento de oración que invita a los peregrinos a unirse a Jesús reconociendo en su imagen que nuestra fe, también pasa por el camino del calvario, hasta contemplar en la cruz la fuerza de la salvación.

«Jesús es el camino y cuando estuvo entre nosotros caminó, curando a los enfermos, atendiendo a los pobres, haciendo justicia, predicando, enseñándonos,” recordó. No obstante, el camino que permanece grabado en nuestro corazón es el del calvario, el camino de la cruz. Al respecto, el Santo Padre explicó que el camino de Jesús es el mismo de aquel que sale de sí mismo, para caminar con nosotros, como se escucha cada vez que los creyentes asisten a misa “el cuerpo de Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros,” algo que asegura hizo por amor y es en la cruz donde hallamos ese icono o la máxima representación del camino y lo que puede suceder en medio de su tránsito.

 

Fruto del amor

En un sentido más amplio, el Pontífice recalcó que Jesús desea abrazar nuestra vida, “trabaja por mí, empieza este camino por mí y entrega su vida por mí y recordemos que nadie tiene más amor que aquel que da la vida por los demás,” afirmó.

De esta forma, aseguró que cuando miramos al crucificado, contemplamos lo doloroso, la expresión más profunda de la entrega por otros, en lo que reconocemos una gran fuente de belleza, la que solo puede ser fruto del amor.

Trayendo a la memoria al P. Primo Mazzolari quien permanece en su memoria por su fe; el Santo Padre evocó una frase que le caracterizaba: “Señor, por tu inefable agonía puedo creer en el amor». Así, explicó que Jesús camina con nosotros, pero espera algo de nuestra parte, espera que las ventanas de nuestra alma se abran, aún para expresar el dolor, la ausencia, el vació, la aridez. “Que feo son las almas cerradas, que siembran para adentro, sonríen para dentro, no tienen sentido” lamentó.

 

Correr el riesgo

“Jesús camina y espera con su amor y ternura, darnos ese consuelo, enjugar nuestras lágrimas,” comentó. Al mismo tiempo pidió a los jóvenes que se preguntaran en silencio: ¿Hay cosas en la vida que me hacen llorar? Frente a lo que indicó no podemos dudar que ahí está Jesús a nuestro lado, con nosotros, acompañándonos en la oscuridad que nos lleva al llanto que muchas veces nos cuesta admitir.

“¿Por qué lloras en la vida? Jesús enjuga nuestras lágrimas escondidas,” reiteró. Para el Pontífice Jesús espera colmar con su cercanía nuestra soledad, momentos que no duda son tristes, pero Él permanece firme ahí para colmar el alma en medio de la soledad.

Él se ocupa de colmar nuestros miedos, esas situaciones oscuras y lo hace con la donación de su cuerpo, su oración. Él espera empujarnos para que abracemos el riesgo de amar. “Ustedes lo saben, amar es riesgoso. Hay que correr el riesgo de amar,” afirmó porque en sus palabras vale la pena correr ese riesgo, porque tenemos la certeza de que él nos acompaña, a lo largo de la vida, camina con nosotros.

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El dolor escondido

Expresando que no era su deseo ahondar en más cosas, insistió a los jóvenes en que era el momento de hacer el camino con él a través de la oración del Viacrucis.

Considerando que el camino del sufrimiento de Jesús es el mismo camino de las ansiedades y soledades de los jóvenes y en realidad de todos, invitó a pensar en el sufrimiento que pertenece a cada uno, esas miserias individuales, que nadie conoce, pero pesan e incomodan y de las que observó, no debemos tener miedo.

“Piensen en esas ganas de que el alma vuelva a sonreír. Jesús camina en la cruz, muere en la cruz para que nuestra alma pueda sonreír,”. Para ello concluyó diciendo que es necesario volver la mirada al interior, porque ante esos temores y preocupaciones, no estamos solos, Él está ahí con nosotros… por amor.


 

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