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158 años del nacimiento del Médico de los Pobres (y de sus devotos en el Celam)

Este 26 de octubre se cumplen 158 años del beato venezolano José Gregorio Hernández, además de su natalicio, la Iglesia festeja su memoria litúrgica tras su beatificación el 30 de abril de 2021.

Al pie de las montañas andinas, nació en 1864, en Isnotú, un pueblo del estado de Trujillo, en un contexto signado por la Guerra Federal. Médico, docente y filántropo, Goyo –como le conoce cariñosamente su pueblo – es el primer laico en el país suramericano en llegar a los altares.

De su natal Isnotú viajó a Caracas, donde se graduó como médico. La Conferencia de Obispos de Venezuela ha destacado que cumplió un rol fundamental durante la epidemia de la gripe española (1918), puesto que “a la pericia sanitaria se unió la férrea voluntad de servir a los apestados y a denunciar las fallas del sistema sanitario de entonces. Qué mejor ejemplo para seguir sus huellas e imitar su conducta en medio del Covid-19”.

El laico venezolano es un modelo del buen cristiano, quien supo combinar su ferviente devoción con la ciencia, por eso el propio papa Francisco lo nombró como Copatrono del Ciclo de Estudios en Ciencias de la Paz de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma.

Un cristiano integral

Se fue a estudiar a París: microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental. A su regreso, entra como docente en la Universidad Central de Venezuela. Intentó ser monje de clausura en Italia, fue así como ingresó a la Cartuja de Farneta, pero se enfermó y los hermanos lo regresaron a Venezuela para que se recuperara.

Un segundo intento de ser religioso de clausura, pero otra vez se enferma. Es cuando ya decide, bajo discernimiento del Espíritu, que Dios lo quería Laico. Por eso, a través de la medicina se convierte en un católico ejemplar, sirviendo a los más pobres.

No solo fue un consumado científico y docente, también tenía inclinación por las artes: tocaba piano y violín. Era políglota: dominaba 7 idiomas.

Solía no cobrar sus consultas a los más pobres. Un 29 de junio de 1919, a los 54 años, muere atropellado en Caracas. En las calles se oía un rumor: “Se ha muerto un santo”.

Sus devotos en el Celam

La devoción por el beato venezolano es harta conocida no sólo en Venezuela, sino varias regiones de Suramérica, entre estas Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile hasta Argentina. Por supuesto, el Celam no es la excepción.

Por ejemplo, el padre Pedro Brassesco, secretario adjunto del Celam, quien recientemente acaba de superar un cuadro de salud delicado. Durante un mes estuvo hospitalizado en Bogotá, cuenta que le dieron una estampita del beato cuando «me iba de alta» y desde entonces  la tiene en su escritorio.

También Nancy Sanabria, asistente de la Presidencia del Celam, tiene especial afecto y devoción por el beato – para ella un santo –, pues se aferró a la oración cuando su hija y nieto ingresaron a la Unidad de Cuidados Intensivos. El bebé había nacido prematuro.

Entonces, Nancy acudió a la intermediación de Goyo y en menos de un mes tanto su hijo como su nieto llegaron sanos y salvos a casa. Sin duda, Dios tiene sus instrumentos para obrar milagros y José Gregorio es uno.

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