El silencio de unos 4.500 fieles invadió la Basílica de San Pedro en penumbras, durante la celebración de la Pasión de Cristo, este Viernes Santo, presidida por el Papa Francisco, quien sustituyó la postración en oración sobre el suelo por un instante de silencio despojado de la mitra y el solideo frente al baldaquino de Bernini, cubierto por andamios por las obras de restauración, solo a la vista el altar.
La homilía estuvo a cargo del cardenal Rainiero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia. Recordó que “en la cruz, Jesús respeta la libre elección de los hombres y elige anularse a sí mismo, lección para los poderosos de la tierra”, porque “el triunfo de la resurrección es una invitación a toda la humanidad a encomendarse a él: los ancianos, los encarcelados por su fe, las mujeres víctimas de la violencia”.
Jesús vino a romper la idea de Dios castigador e implacable, sino de un Dios que revela el verdadero rostro de su omnipotencia “en su Hijo que se arrodilla ante los discípulos para lavarles los pies; en aquel que, reducido a la impotencia más radical en la cruz, continúa amando y perdonando, sin condenar jamás».
Por supuesto, “esa inversión de la idea de Dios, de hecho, siempre necesita ser renovada”, señaló el cardenal para añadir que “Dios es omnipotente, por supuesto; pero ¿qué tipo de omnipotencia es la suya? Frente a las criaturas humanas, Dios se encuentra desprovisto de cualquier capacidad, no sólo coercitiva, sino también defensiva. No puede intervenir con autoridad para imponerse a ellos”.
Para el purpurado “la verdadera omnipotencia de Dios es la impotencia total del Calvario. Se necesita poco poder para mostrarse; pero hace falta mucho para dejarse de lado, para borrarse”.
Triunfo de la resurrección
“La resurrección ocurre en el misterio, sin testigos. Su muerte fue vista por una gran multitud y en ella participaron las más altas autoridades religiosas y políticas. Una vez resucitado, Jesús se aparece sólo a unos pocos discípulos, fuera del foco de atención”, explicó el cardenal Cantalamessa.
El capuchino ha insistido que “el Resucitado se manifiesta a través de sus apariciones, de manera suficiente para dar. No aparece entre ellos para demostrarles que están equivocados ni para burlarse de su ira impotente. Cualquier venganza sería incompatible con el amor que Cristo quiso testimoniar a los hombres con su pasión”.
La preocupación de Jesús resucitado “no es confundir a sus enemigos, sino ir inmediatamente a tranquilizar a sus discípulos desmayados y, antes que ellos, a las mujeres que nunca habían dejado de creer en él”.
Con esto “quería decirnos que después de haber sufrido no debemos esperar un triunfo externo, visible, como la gloria terrenal. El triunfo se da en lo invisible y es de orden infinitamente superior porque es eterno”.
Por eso, los mártires de ayer y de hoy son testigos de ello – continuó el cardenal – las apariciones dan “un fundamento sólido a la fe, a quienes no se niegan a creer a priori; pero no es una revancha que humille a sus oponentes”.
Concluyó así: “Venid vosotros ancianos, enfermos y solos, vosotros que el mundo deja morir en la pobreza, el hambre, bajo las bombas o en el mar, vosotros que por vuestra fe en mí, o por vuestra lucha por la libertad, languidecéis en una celda de prisión, venid mujeres víctimas de la violencia. En definitiva, todos, sin excluir a nadie: ¡Venid a mí y os daré un refrigerio!”.
Le puede interesar: Sermón de las ‘Siete Palabras’ de los Obispos colombianos para este Viernes Santo
Recibe gratis por WhatsApp y Telegram las noticias de la Iglesia latinoamericana y caribeña https://bit.ly/3HcXLDU
Sigue toda la información sobre el Sínodo 2021-2024 aquí https://bit.ly/3RguCLO
Conozca las ofertas formativas de Programación 2024 del Centro de Formación Cebitepal
https://bit.ly/cebitepal_24
Descarga el libro “Pironio, profeta de esperanza” https://bit.ly/41s5Qi1
Post a comment