Bogotá, 19 de junio de 2022
Por Jesús García / Capuchinos de Ecuador
“Denles ustedes mismos de comer” (lc 9,13)
Es cierto que cada persona está influida por su contexto familiar, socioeconómico, cultural, político, ecológico y eclesial. Somos “seres en relación” capaces de incidir en los demás, pero también somos vulnerables ante lo que pasa alrededor. En el multiverso, los ámbitos local y global se interrelacionan. En la comunicación todo se sabe, manipula o difunde en cuestión de segundos, sin otra frontera que el buen criterio personal. Lo mismo decimos sobre conflictos bélicos, inseguridad alimentaria, marketing político, ecocidios, procesos sinodales, reivindicaciones sociales, entre otros.
Hay personas e instancias que asumen su “responsabilidad” pero también hay quien busca constantemente a los culpables de lo que les pasa, en vez de soluciones para transformar la cruda realidad. ¿Para qué gastar energías buscando culpables de los conflictos familiares, cuando es más rentable buscar acuerdos? ¿Por qué hay sectores ideológicos y eclesiales que no afrontan su mediocridad y se empeñan en engordar los complejos de persecución o conspiración?
La corresponsabilidad, interdependencia, mutualidad, sinodalidad y fraternidad universal se podrían resumir en una petición de Jesús: “denles ustedes mismos de comer” (Lc 9,13). En lugar de acumular para regalar, es mejor “compartir” lo que ya tenemos. En vez de quejarnos por lo que no tenemos, es más liberadora la decisión de “repartir”. Más que esperar que el gran-hermano solucione nuestros conflictos o/y necesidades, hoy nos ponemos en pie, nos fajamos, nos unimos y respondemos con “humilde valentía humana”, inspirados por la firme Palabra de Jesús.
Jesús nos alimenta siempre, y ¿a quién damos nosotros de comer? ¿Ofrecemos palabras narcotizantes o solidaridad liberadora? ¿Nuestra indignación es samaritana o farisaica?
Si recibimos y compartimos el “Cuerpo de Cristo”, somos discípulos/as. Si damos todo lo que somos-tenemos para “construir el Reino” con los pobres, somos misioneros/as bienaventurados/as.
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