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El viacrucis social de Puerto Rico: Fuga de cerebros y baja natalidad

“La realidad de Puerto Rico es especial y única”. Así comienza Monseñor Alberto Figueroa Morales, obispo de Arecibo y secretario general de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña. Por supuesto, una realidad que no dista de las naciones hermanas de América Latina.

Migraciones, deficiencias en el servicio de electricidad, vaivenes económicos por las catástrofes naturales y a “eso lo añadimos a el lamentable problema de la corrupción que se ha ido metiendo en ciertos ambientes de la política en Puerto Rico”.

Cuenta el prelado que hace poco fueron juzgados y condenados ocho alcaldes, dos de ellos de ciudades importantes, también políticos que eran legisladores en particular una legisladora, vinculada a las iglesias protestantes, por ende, “eso a nosotros no nos compensa nada, porque cualquier persona religiosa que cae en este tipo de situación envía un mensaje tremendamente negativo a la sociedad sobre la religiosidad”.

Eso abona el campo de un laicismo radical “en un país eminentemente religioso, pero creo que también hay unos sectores del país que van como abandonando la práctica religiosa tradicional y cada uno, pues cree en Dios y vive a su manera y creo que eso es también uno de los de los retos que tenemos”.

Monseñor Alberto Figueroa Morales, obispo de Arecibo y secretario general de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña

Monseñor Alberto Figueroa Morales, obispo de Arecibo y secretario general de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña

Fuga de cerebros

Los jóvenes en Puerto Rico están emigrando en los últimos años, ha comentado monseñor Figueroa. “Es un fenómeno que no es de ahora. Ya venía por problemas económicos, cerraron muchas fábricas que se acogían a algunos programas del Gobierno Federal que le daban incentivos”, explicó.

De la noche a la mañana estos incentivos fueron eliminados y con ello muchos jóvenes quedaron a la deriva sin verdaderas oportunidades de crecimiento en su propio país, pero todo se agravó por el huracán María (2017) puesto que la nación quedó devastada.

Por ejemplo, “en mi parroquia estuvimos cuatro meses sin energía eléctrica, pero hubo gente que estuvo seis meses y hasta un año”. En este caso, Puerto Rico por su naturaleza de “Estado libre asociado y su relación con Estados Unidos la gente puede migrar fácilmente sólo tiene que coger un avión e irse”.

Fue un efecto dominó “vengan aquí, aquí están las cosas mejor, los salarios son mejores, hay más seguridad, es más fácil hacer negocios y pues se nos fueron maestros, se nos han ido médicos”.

A esta fuga de cerebros se suma las bajas tasas de natalidad. “Se han cerrado escuelas por falta de niños, porque ya no hay niños para educar y la población sigue en ese sentido envejeciendo”.

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