ADN Celam

Obispo de Ciudad Juárez: “Gobiernos deben crear leyes que incluyan tanto una frontera segura como una política de inmigración humana”

La frontera entre México y los Estados Unidos sigue siendo una travesía crítica para los migrantes que buscan el “sueño americano”, así lo aseguró monseñor José Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez (México) y responsable de la Dimensión de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de México.

El prelado quien se encuentra participando por estos días de la 7.ª Asamblea Clamor, dialogó con ADN Celam y abordó algunos aspectos del fenómeno migratorio que se vienen dando en la frontera con los Estados Unidos; además expuso la acción pastoral que la Iglesia mexicana viene desarrollando para acompañar a la población migrante.

En un primer momento, el líder católico se refirió al decreto expedido por los Estados Unidos, para el cierre de la frontera con México a los migrantes que solicitan asilo cuando haya más de 2.500 cruces irregulares en el promedio de siete días, sobre esto explicó que esta medida ha llevado a que se acentúen más las restricciones y se incremente el número de retornados migrantes al país mexicano.

Falta de garantías a migrantes

Aseguró además que, las políticas expuestas por Obama, Trump y ahora Biden, han sido siempre de represión y de construir muros que detengan la migración, logrando con ello que los migrantes sufran más y haya más personas varadas en las fronteras, sabiendo que en su mente está como meta final cruzar a los EE.UU. Todas estas restricciones aseguró, han generado que los migrantes busquen trochas y caminos peligrosos exponiendo así sus vidas.

Al aproximarse el nuevo período electoral en el país norteamericano, dijo que tanto la candidata Kamala Harris y el republicano Donald Trump, en sus discursos han manifestado igualmente una política contraria a la migración, por lo que expresó su preocupación porque no se sabe que vaya a pasar.

“Vamos a ver qué sucede, nosotros nos hemos pronunciado a favor del libre tránsito de nuestros hermanos migrantes, nos hemos pronunciado en diferentes instancias desde el episcopado, los obispos de la frontera de Texas y México y los obispos de frontera en el sur. Estamos preocupados por esa situación que no sabemos que vaya a pasar en esos próximos días o meses”, expuso.

En esta misma línea, se refirió al mandato de la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, quien asumirá el próximo 1 de octubre, manifestando que en varias ocasiones se ha reunido con ella para mostrarle la preocupación por los migrantes y solicitarle que se piense por parte del gobierno en una regulación del tránsito de esta población, a esto indicó que, ella ha reconocido la grabe problemática del fenómeno migratorio pero que en concreto no ha plateado soluciones a futuro.

“Todos escuchan, ven que el problema está ahí, pero ya las acciones son contrarias. Yo detecto, que ante la posición de EE. UU “no migrantes”, “frenen la migración”, entonces el gobierno mexicano como que sin decirlo obedece, se somete y entonces militarizan las fronteras y eso también es una situación que señala que el gobierno mexicano no está facilitando el tránsito y menos cuidando y protegiendo a los migrantes sino reprimiéndolos”. aseveró.

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Labor incansable de la Iglesia

Frente al crecimiento exponencial de la migración en esta región del continente y al hacer hincapié a la importancia de la solidaridad y la fraternidad como principios fundamentales en la relación con los hermanos migrantes y refugiados, dijo que la Iglesia católica en este país, está más comprometida que nunca en la búsqueda de caminos que ayuden a aliviar en algo el dolor de estas personas.

Por esta razón, explicó que actualmente se cuenta con un grupo grande de voluntarios, muchos de ellos profesionales, extendidos por todo el territorio mexicano que atienden las 57 casas católicas, los albergues, casas del migrantes y 15 comedores, donde ofrecen a los migrantes asistencia alimentaria, jurídica, psicológica y espiritual. “Hacemos un esfuerzo considerable de poner en práctica lo que el Papa Francisco nos pide, los cuatro verbos, acogerlos, acogemos, los recibimos, los promovemos, los protegemos y los integramos, aun así, falta mucho por hacer, esto no es suficiente”.

Adicional a esto, dijo que la Iglesia en México está haciendo un esfuerzo inmenso por preparar y formar a los agentes de pastoral que acompañan a esta población. Resaltó el interés que manifiestan los estudiantes universitarios para prestar su labor social como +voluntarios y apoyar así esta causa; así como la de muchas personas que se acercan y traen alimentos, frazadas e insumos de primera necesidad.

A pesar de todo este trabajo, remarcó que el problema es tan grave que esta tarea no puede ser de uno solo, sino que implica la toma de consciencia y sensibilización de todos. “Todos tenemos que cooperar, las iglesias, la sociedad civil que son los más involucrados, los gobiernos también, pero realmente a nivel federal el apoyo es mínimo para atender esta necesidad latente”.

Cuidar a los que cuidan

Monseñor Torres, al seguir profundizando sobre el papel de los agentes de pastoral y voluntarios que atienden este servicio de la migración, agradeció la labor que realizan, pero fue enfático en afirmar que muchos de ellos se han ido retirando por presiones de mismo trabajo que es agobiante; pero también por amenazas del crimen organizado del narcotráfico que se ha ido infiltrando en las mismas casas de atención a la población, por lo que expuso que la Iglesia ha tenido que cerrar dos hogares de albergue por estas causas.

A toda esta problemática, dijo que el crimen organizado del narcotráfico se tomó a los migrantes que están siendo amenazados y capturados por estas pandillas que los absorben y bajo presión son obligado a realizar acciones contrarias a sus valores y principios. Así también se refirió al crimen y comercio de la trata de personas y al tráfico de órganos al que están siendo sometidos, todo ello, aseguró, está es por cuenta del narcotráfico, razón por la cual dijo los agentes pastorales se sienten cansados, observados y amenazados.

“Es otra tarea que en la casa del migrante tenemos que prever y atender, la atención a nuestros colaboradores, a los agentes de pastoral, a los voluntarios para que sigan ayudando, pero también garantizarles a ellos la tranquilidad y seguridad, con el fin de que mantengan todo el ánimo de continuar ayudando a nuestros hermanos migrantes”, apuntó.

El migrante no es un enemigo

El prelado hizo un llamado a todo el mundo para que “el rostro de un migrante no sea visto como un enemigo que viene a robarnos”, pidió acabar con la xenofobia y abrir el corazón a estos hermanos que sufren, viendo en ellos el rostro de un Cristo sufriente.

A los Gobiernos, les exhortó para que sus políticas estén centradas en blindar a los más vulnerables, ofreciéndoles una vida digna. Pidió además que, se piense en la regularización de normas que favorezcan el tránsito, abriendo corredores humanitarios seguros que permitan la estancia de los migrantes, recordándoles, además, que ellos son personas, desde la fe son hermanos y son personas con dignidad que merecen respeto”.

Finalmente, el obispo dejó claro que la Iglesia no aboga por fronteras abiertas, sino por leyes que respeten los derechos humanos básicos, por lo que consideraron que los gobiernos deben crear leyes que incluyan tanto una frontera segura como una política de inmigración humana.

 

 

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