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Celam: un nuevo modo de ser Iglesia

Con la realización de la 39.ª Asamblea General Ordinaria del Celam en Aguadilla, una ciudad al extremo noroccidental de Puerto Rico, ubicada en la diócesis de Mayagüez, el organismo episcopal concluye un ciclo de cuatro años –entre mayo de 2019 y mayo de 2023– en el que la colegialidad, la eclesialidad y la sinodalidad fueron las apuestas sustantivas que definieron su hoja de ruta frente al proceso de renovación y reestructuración que la Asamblea de Tegucigalpa (2019) le encomendó llevar adelante al arzobispo de Trujillo (Perú), Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, como presidente del cuatrienio 2019-2023, junto a los cardenales Odilo Pedro Scherer, arzobispo de São Paulo (Brasil), y Leopoldo José Brenes, arzobispo de Managua (Nicaragua), primer y segundo vicepresidente, respectivamente; a Mons. Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey (México) y presidente del Consejo de Asuntos Económicos; así como a quienes fungieron como secretarios generales durante este cuatrienio: primero a Mons. Juan Carlos Cárdenas, hasta su nombramiento como obispo de Pasto (Colombia), y luego a Mons. Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina). No cabe duda de que el camino recorrido por el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) en estos cuatro años ha traído aires de renovación al tenor de la reforma de la Iglesia liderada por el papa Francisco, y de sus cuatro sueños en Querida Amazonía: ecle- sial, ecológico, social y eclesial.

‘Nuevo Pentecostés’

El proceso de reestructuración del Celam ha sido como un ‘Nuevo Pentecostés’ bajo nueve principios orientadores: (1) en clave sinodal; (2) en colegialidad; (3) en conversión integral; (4) con voz profética; (5) con visión integradora, continental; (6) con incidencia; (7) articulando e integrando ‘red de redes’; (8); impulsando la descentralización y la
pertinencia; (9) y acogiendo y aportando al Magisterio de la Iglesia.

La perspectiva eclesiológica que ha guiado el proceso no es extraña al itinerario pastoral del Celam, que, desde su creación, en 1955, ha asumido su identidad y misión reconociendo que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y las mujeres, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1), como afirmaran en su momento los Padres Conciliares.

En efecto, este horizonte de una Iglesia Pueblo de Dios-comunión impulsado por el Concilio Vaticano II, se ha enriquecido con la originalidad de la Iglesia latinoamericana y caribeña, expresada en las cinco Conferencias Generales del Episcopado celebradas en Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992), y Aparecida (2007), al igual que en la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe realizada en noviembre de 2021.

El núcleo central de la renovación tiene que ver con la creación de cuatro Centros Pastorales –dirigidos por laicos profesionales de distintos países– que reemplazaron a los siete departamentos y a las tres escuelas de formación de la estructura anterior. Cada Centro es, a su vez, un articulador de redes regionales, coordinando acciones conjuntas y transversales, de la mano de los episcopados nacionales. Se trata del Centro de Gestión del Conocimiento, el Centro de Formación Cebitepal, el Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral, y el Centro para la Comunicación. Adicionalmente, la reforma también ha abrazado los procesos administrativos del Celam, mediante la creación de la Dirección de Administración y Finanzas y la Dirección de Planeación.

Desde su creación, los Centros Pastorales ordenan sus líneas de trabajo a partir de tres ejes: (1) desarrollo humano integral y ecología integral, (2) Iglesia sinodal en salida; y (3) el Celam, escuela de sinodalidad.

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Nuevos estatutos

Con el aval de esta nueva estructura, por parte de la Asamblea General del Celam, la cual fue confirmada con la aprobación de los nuevos Estatutos por parte del Santo Padre, en octubre de 2022, se ha constatado que:

  • Cada Centro Pastoral, compuesto por equipos profesionales y especializados en su área en particular, desarrolla procesos más eficientes, efectivos y de mayor calidad.
  • Cada Centro Pastoral trabaja en red, lo cual potencia la capacidad instalada de la Iglesia en América Latina y el Caribe, en articulación con las conferencias episcopales y con otros organismos eclesiales y no eclesiales, y bajo una perspectiva de animación de procesos, no de eventos.
  • Cada Centro Pastoral tiene un enfoque colegial y sinodal, ampliando la participación del Pueblo de Dios, para la superación de la autoreferencialidad y el clericalismo. De ello también da cuenta la composición de los Consejos de los Centros Pastorales, bajo la coordinación de un obispo y conformado por obispos, religiosas y religiosos, presbíteros y laicos y laicas, quienes participan en procesos de discernimiento y ejecución de los programas y los proyectos.

De igual forma, el proceso de renovación y reestructuración ha posibilitado la consolidación de alianzas con la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama), la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR), el Secretariado Latinoamericano y Caribeño de Cáritas (Selacc), la Organización de Seminarios Latinoamericanos (Oslam), la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (Clamor), la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe (Oducal), la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC); y a nivel de redes eclesiales: la Red Eclesial Panamazónica (Repam), la Red Eclesial Ecológica Mesoame- ricana (Remam), la Red Eclesial del Gran Chaco y el Acuífero Guaraní (Regchag), entre otras.

En resumen, esta nueva estructura es más sencilla, articulada, profesional y flexible, para responder a las necesidades y solicitudes de las conferencias episcopales y de la Iglesia en América Latina y el Caribe, en general.

Asamblea Eclesial

Su funcionalidad se puso a prueba con la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, una iniciativa del papa Francisco, de cuño sinodal, que, además, permitiría retomar y aprovechar la riqueza de la Conferencia de Aparecida.

“La Asamblea Eclesial es la primera vez que se hace, no es una conferencia del Episcopado Lati- noamericano cómo se hicieron las anteriores, la última en Aparecida, de la cual todavía tenemos que aprender mucho. No, es otra cosa, es una reunión del Pueblo de Dios, laicas, laicos, consagradas, consagrados, sacerdotes, obispos, todo el pueblo de Dios que va caminando. Se reza, se habla, se piensa, se discute, se busca la voluntad de Dios”. Así la describió Jorge Mario Bergoglio cuando se presentó el proceso y su logo-símbolo, el 24 de enero de 2021.

Su realización, entre el 21 y el 28 de noviembre de 2021, fue precedida por un amplio proceso de escucha que involucró a cerca de 70.000 miembros del Pueblo de Dios, quienes participaron activamente, a partir del Documento para el camino; la Guía metodológica; los Fundamentos teológicos, pastorales y canónicos para discernir el Espíritu; el Itinerario espiritual de la Asamblea Eclesial; y la Espiritualidad bíblica de la escucha, que fueron algunos de los documentos orientadores.

Desde el sitio web: www.asambleaeclecial.lat se implementó una plataforma para acoger y sistematizar los aportes de la etapa de escucha, en un tiempo marcado por las limitaciones impuestas por la pandemia. A partir de estos insumos emergió la Síntesis narrativa de la escucha en la primera Asamblea Eclesial de América Latina para el Caribe, así como el Documento para el discernimiento comunitario.

Esta primera Asamblea, inédita en el continente, contó con una nutrida participación del Pueblo de Dios: 1.104 asambleístas asistieron, de los cuales el 92% lo hicieron de manera virtual y el 8% restante de manera presencial. De ellos, el 39% fueron laicos y laicas.

Luego de la Asamblea Eclesial, y tras un profundo discernimiento de los 41 desafíos y más de 200 propuestas pastorales que en su momento se identificaron, se dio a conocer el texto Hacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias, a inicios de noviembre de 2022. Fue publicado en seis lenguas y presentado previamente al papa Francisco, por parte de
la Presidencia del Celam, en la audiencia del 31 de octubre del mismo año.

Mientras se avanza en el proceso de apropiación de las propuestas y líneas de acción pastorales que allí se presentan, crece la convicción de que la Asamblea Eclesial debe ser entendida, no como un evento o un punto de llegada, sino como el inicio de un gran proceso pastoral de revitalización para la Iglesia latinoamericana y caribeña que camina hacia la celebración del quinto centenario del ‘acontecimiento guadalupano’, en 2031, y los 2.000 años de la Redención, en 2033.

Sinodalidad con la Iglesia Universal

En continuidad con la experiencia de la Asamblea Eclesial, el Sínodo 2021 – 2024, “por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión”, ha desatado inusitados itinerarios de escucha, diálogo y discernimiento a la luz del Espíritu y al ritmo de cada una de las fases previstas.

Desde el inicio del Sínodo, el Celam ha ofrecido su total apoyo y colaboración a cada una de las solicitudes de la Secretaría General del Sínodo –dos de los directores de los Centros Pastorales y tres miembros del Equipo de Reflexión Teológico-Pastoral del Celam participan activamente en las comisiones que se han constituido–, lo mismo que por parte de los episcopados de otros continentes, a partir del ‘laboratorio de sinodalidad’ que representó la propia Asamblea Eclesial.

Con todo, el principal aporte del Celam al Sínodo de la Sinodalidad se ha evidenciado en la organización y realización la fase continental del Sínodo, llevando a cabo cuatro Asambleas Regionales entre febrero y marzo de 2023 –en San Salvador, para la región Centroamérica y México; en Santo Domingo, para la región Caribe; en Quito para la región Bolivariana; y en Brasilia para la región Cono Sur–, en las cuales se ha privilegiado el discernimiento comunitario haciendo uso del método de la ‘conversación espiritual’:

En cada una de las Asambleas, preparadas y animadas por una comisión coordinadora designada por el Celam, se cuidó que sus participantes representaran la diversidad de las vocaciones en la Iglesia, con una significativa presencia de las periferias. En total, participaron más de 400 personas.

El Documento de Síntesis Continental elaborado por un equipo de redacción que incluyó a varios representantes de las regiones y del proceso continental, fue presentado en la reunión de secretarios generales de las conferencias episcopales en marzo de 2023, antes de su envío a la Secretaría General del Sínodo y su publicación el 31 de marzo del mismo mes.

Nueva sede al servicio de la Iglesia

Merece una mención especial la conclusión del proyecto de la nueva sede del Celam en Bogotá, iniciado una década atrás, que se sitúa en el contexto del proceso de renovación y reestructuración, pues “no puede haber nuevas estructuras si no hay una renovación interior que las alimente”, como manifestó Mons. Miguel Cabrejos durante el acto inaugural celebrado el 12 de julio de 2022, al inicio de la 38.ª Asamblea General Ordinaria. Los nuevos espacios corresponden con el rigor técnico y urbanístico de una construcción escalonada, respetuosa del entorno, que se adapta a la topografía de la montaña, incorporando elementos biofísicos en su diseño: naturaleza dentro de los espacios, iluminación natural, flujo de aire, acceso físico y visual al paisaje circundante y la organización espacial de un claustro que evoca a los monasterios, con una plaza central que funciona como atrio para la capilla y conecta al comedor y a la librería del Celam; una biblioteca y un archivo que constituyen un auténtico ‘tesoro’ para la investigación y la formación teológico-pastoral; un patio con jardín que define la parte inferior, donde se ubican las oficinas, las aulas y el auditorio; y una zona privada para los dormitorios de los visitantes y residentes.Esta nueva sede, puesta al servicio de las 22 conferencias episcopales del continente y de la Iglesia latinoamericana y caribeña, en general, también expresa el deseo de una Iglesia en salida, más sinodal, que asume los desafíos de este tiempo ofreciendo, integralmente, mejores servicios pastorales.

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