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Concluye el tercer Congreso de Doctrina Social: “Fieles al magisterio social del Papa Francisco, que es texto y gesto”

Culminó este 23 de abril el tercer Congreso de Doctrina Social, un espacio que regresó para aportar al camino sinodal tras una larga pausa de 16 años.

Unos 800 participantes, entre modalidad presencial y virtual, fueron interpelados en “la urgencia del llamado a la solidaridad con las personas que viven en situaciones dolorosas, a veces desgarradoras” en torno a los cuatro sueños de Querida Amazonía: social, cultural, ecológico y eclesial.

Por ello, han reafirmado el compromiso de ser “fieles al magisterio social del Papa Francisco, que es texto y gesto” y abrazar “la esperanza de este tiempo pascual que nos invita a no tener miedo y caminar en la paz del Señor resucitado”.

Abiertos a las interpelaciones

Hicieron un balance con un documento “sin pretender ser conclusiones o una síntesis formal”, sino una provocación para seguir caminando juntos en sinodalidad y asumir con parresía los desafíos de la Asamblea Eclesial latinoamericana y caribeña.

Fueron 50 experiencias compartidas por “hermanas y hermanos de toda la región, pudimos reflexionar juntos sobre las interpelaciones que la realidad le hace a la Doctrina Social de la Iglesia”.

Los participantes de este congreso están claros, quieren cuidarse de “no caer en una mirada simplista, que saca conclusiones apresuradas”, al contrario, entienden este Congreso como “un proceso que nos habilita en una agenda abierta de interpelaciones, retos y desafíos”.

Han constatado “la actualidad de la Doctrina Social de la Iglesia como respuesta y orientación para la praxis pastoral de todo el pueblo de Dios; vislumbrando también sus desafíos frente a las realidades emergentes y el devenir histórico” y reconocen que “la presencia de las mujeres y jóvenes sigue siendo un desafío para lograr una equidad auténtica y no sólo declarativa”.

Fermento de transformación

También han destacado la presencia del cardenal Michael Czerny prefecto del Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral, quien “nos introdujo en el necesario diálogo entre la Doctrina Social de la Iglesia y la Sinodalidad”.

“Sus palabras fueron claras y profundas. Entre otras cosas, nos animó a continuar con esperanza en la obra de renovación de la Iglesia, entendiendo que la práctica social del Evangelio no puede ser una consecuencia sino parte de su esencia auténtica, puesto que se sitúa en el corazón del mensaje evangélico”, añadieron.

Por otra parte, han perfilado los rostros concretos de las periferias: El clamor de la tierra, el grito de los pobres y el vía crucis de los migrantes, que “fueron ejes vertebradores de la escucha y el discernimiento”.

Añadieron: “Y junto a ellos se abrió el diálogo y el llamado al compromiso sobre realidades vinculadas a la crisis educativa y al Pacto Educativo Global, a la necesidad de nuevos modelos económicos, a los liderazgos políticos, al incremento de la violencia, al ejercicio de la democracia, a la defensa de los derechos humanos, a la violencia y construcción de la paz, a buscar respuestas a los retos sociales y éticos de las nuevas tecnologías, así como a las secuelas de la pandemia, entre otros”.

La opción por ser “una Iglesia profética y samaritana” sigue vigente –y renovada – para “mediar aportando sus convicciones siendo, a la vez, fermento de transformación de las situaciones de muerte en condiciones de vida”.

Descarga el documento AQUÍ

 

Resonancias iniciales III Congreso DSI - 2023

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