“La contemplación tenemos que juntarla con búsqueda de sentido”. Así comenzó Teresa Maya, religiosa de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, su disertación “Cuidar el don recibido: La vocación, un regalo de sentido” con el que completó el segundo bloque del IV Congreso continental “Vida religiosa, artesana del cuidado”, organizado por la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR).
A partir de allí “la vida consagrada necesita un examen de conciencia frente a su vida espiritual”, lo que implica revisar “nuestras motivaciones” para testear las verdaderas creencias como religiosos y religiosas frente a la actual crisis de fe y a la merma de vocaciones.
“Tengo la certeza de que debemos abrirnos al Espíritu para cuestionarnos, pero algunas veces este análisis de conciencia es superficial frente a nuestras incredulidades que impiden nuestro crecimiento espiritual”, añadió.
Una crisis de fe que si “no reconocemos” será imposible reconocer un testimonio auténtico al mundo de hoy. Citando a Tomas Halik, planteó que es mejor tener “una fe pequeña, insignificante, no tiene por qué ser solamente fruto del pecado de la incredulidad. En la ‘fe pequeña’ puede haber a veces más vida y más verdad que en la grande”.
Por tanto, “necesitamos emprender el camino de la madurez espiritual, que atraviesa la noche sin optimismo pero sí con esperanza”.
La esperanza profética
La hermana Maya apuntó que “la CLAR nos ha llamado a ser personas del Alba”, por cuanto “tenemos que movernos de allí y para eso les ofrezco un encuadre con el libro de Walter Brueggemann, biblista, quién escribió un pequeño libro con una reflexión del exilio babilónico” para explicar que la esperanza profética requiere nombrar la realidad.
Citó al autor textualmente: “Nadie llega a la esperanza por otro camino. Quizá el mío no se ha mantenido en las lamentaciones babilónicas, pero la vida consagrada necesita este camino, un testimonio que reconoce y, en este momento de su historia, lleva una fe pequeña que no alcanza a explicarlo todo, pero que espera que sus hermanos y hermanas sean consolados por Dios”.
En este tiempo tan apocalíptico “es momento de cultivar preguntas y no respuestas”, por ejemplo, ¿qué significa ser cristiano hoy? Y pensamos, en este momento sinodal, necesitamos un nuevo y atrevido diálogo con nuestra cultura”.
Aunque en reiteradas ocasiones se aborda el tema de la inculturación, lamentablemente “tendríamos que revisar nuestro discurso sobre la cultura contemporánea inclusive nuestro interés en la cultura”, porque nos estamos encerrando en “nosotros mismos”.
Primera mujer en 20 siglos
En un panel moderado por el padre Gabriel Naranjo, se abordó el tema “Comunidad Sinodal. Experiencia de la participación en el sínodo de la Sinodalidad. Desafíos y Proyección”, en el que intervinieron participantes “no obispos” del Sínodo 2021- 2024.
Entre estos estuvieron la Hna. Dolores Palencia, hsjl,, odn, la Hna. Suyapa Cacho, hc, el laico Rafael Luciani, junto con la la Hna. Liliana Franco, presidenta de la CLAR, y la Hna. Daniela Cannavina, secretaria general.
“Conozco detalles tal vez inéditos que vale la pena mencionar. Entiendo que la única persona a la que citó el Papa durante el sínodo fue a la hermana Liliana. Yo intuyo que la cercanía de Dolores con el Papa y esa presidencia del sínodo debió producir en ella unas experiencias inéditas”, explicó Naranjo. Toda vez que los invitó a cambiar el libreto “si es necesario”
La hermana Dolores Palencia relató su proceso de discernimiento antes de aceptar la responsabilidad de presidenta delegada del Sínodo: “la primera sorprendida fui yo”. Invitación que recibió con una llamada del propio cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo.
Resaltó que estar cerca del Santo Padre fue sentir esa presencia tan orante, profunda y atenta, siempre tomaba notas, no intervenía si no era absolutamente necesario. “Muchos obispos se me acercaron y me dijeron, ‘hermana,¿se da cuenta?, 20 siglos que no había una mujer presidenta delegada del sínodo, es la primera mujer en 20 siglos”.
Poliedro eclesial
Sor María Suyapa Cacho, religiosa vicentina, ha descrito su participación como “maravillosa, alegre y hermosa experiencia” en la que fue facilitadora de círculos menores. Destacó la “escucha atenta respetuosa y profunda de cada miembro en los diferentes círculos menores”.
El momento más significativo de la hondureña fue cuando entregó un tambor al Papa, quien recibió “con ternura este instrumento que representa el eco de la voz de nuestros pueblos afrodescendientes” como signo de reconocimiento y comunión.
El laico venezolano Rafael Luciani, asesor teológico en el Sínodo, ha destacado que “a la luz de esta catolicidad, ha madurado la conciencia de ser una Iglesia de Iglesias, exponiendo la complejidad del poliedro eclesial existente y evitando caer en falsos universalismos.
“Esto ha hecho tomar conciencia de por qué hay temas que son más difíciles de recepcionar en algunos lugares que en otros, no sólo por razones eclesiales, sino también históricas y socioculturales”, sostuvo.
Un pastor que resiste
La hermana Daniela Cannavina, en su calidad de facilitadora de los círculos menores, destacó la sinergia que entre el Celam y CLAR se ha venido dando en estos dos años de camino “preparando todo esto, las apuestas continentales, reuniones intensas. Estuvimos unidos y eso habla de una voz profética para todo el continente”.
Además comentó que el sínodo se construye con diversidad de ministerios y vocaciones, “todos por el bien de la Iglesia y, aunque no tenía voz ni voto, estoy contribuyendo al bien de la Iglesia. Desde ese momento hice click y me dije que tengo que poner alma, vida y corazón para facilitar bien y el Espíritu Santo tenga entrada”.
La hermana Gloria Liliana Franco compartió su experiencia en dos claves: la imagen y el plural, haciendo una importante aclaratoria: “no quiero compartir mi experiencia, sino que quiero compartir nuestra experiencia”.
En ese plural rememoró la participación de la Vida Religiosa en anteriores Sínodos como el de la Amazonía y “en ese sínodo habíamos experimentado que el hoy de la Iglesia supone pascua y así llegamos al sínodo sobre la sinodalidad desde esta lógica”.
En un gesto de fraternidad “todos nosotros abrazamos al papa Francisco en su profecía y debilidad, porque es muy duro todo lo que le toca vivir en esta Iglesia fragmentada” con la certeza de “que todos nosotros rezamos por él”. Con él “nos maravillamos de tener un pastor que resiste con la mirada puesta en Jesús”, porque tiene “claro el norte”.
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