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Dimensión Sinodal y Participativa: “La Iglesia sinodal del primer milenio no es una utopía irrealizable”

El primer aniversario de la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe ha dado lugar a la realización de seis encuentros virtuales organizados por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam). El cuarto de ellos, que ha tenido lugar este 28 de noviembre, ha reflexionado sobre la Dimensión Sinodal y Participativa, queriendo profundizar en las reflexiones y propuestas pastorales recogidas en “Hacia una Iglesia en salida a las periferias”, el texto resultado de la Asamblea, recientemente elaborado y presentado al Papa Francisco el 31 de octubre.

 

Reflexionar juntos lo que juntos hemos ido trabajando durante poco más de un año

Una oportunidad para llevar a cabo una lectura analítica, que haga posible conocerlo y así aplicarlo en los ámbitos pastorales y de evangelización. Para ello se trata de “reflexionar juntos lo que juntos hemos ido trabajando durante poco más de un año”, en palabras de Mons. Jorge Lozano. El secretario general del Celam recordó el camino de la Asamblea desde la fase de escucha, y como tras el discernimiento aparecieron “inquietudes, desafíos, surgiendo el Documento que a lo largo de estos días vamos desglosando en cada uno de los seis ámbitos en los que nos mueve la acción pastoral”.

Hacer vida los elementos presentes en la Asamblea en cada comunidad, hacer realidad un Laboratorio Práctico de Sinodalidad, ha sido el punto de partida de Ariel Alejandro Rojas, que reflexionaba sobre la participación en la Asamblea Eclesial y el método. En relación con una Iglesia Pueblo de Dios con nuevos ministerios, una de las doce propuestas de la Asamblea, destacó que las líneas de acción proponen una formación en todos los espacios, sin tener miedo a crear nuevas estructuras con este sello de sinodalidad, siempre a la luz de la Palabra, del Evangelio, y cómo esto nos ayuda a discernir qué es lo necesario, qué es lo conveniente para cada una de las Iglesias.

 

Reforma de estructuras

El joven chileno también destacó como línea de acción, una Iglesia samaritana y acogedora, ser la casa de todos y todas, hospital de campaña. Junto con ello una cultura marcadamente laical, pero sin pasar de un clericalismo a un laicismo, buscando trabajar juntos, sobre todo en la toma de decisiones. En ese sentido, el integrante del Organismo Consultivo Internacional de los Jóvenes del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, destacó el protagonismo de las mujeres, los jóvenes y los pueblos originarios y como favorecer esto en los procesos de conversión eclesial, la reforma de las estructuras, siempre pensando en la conversión que Jesús nos pide.

Desde una Iglesia red de comunidades, enfatizó la promoción de la “formación continua de líderes y facilitadores de nuevas narrativas”, destacando “las comunidades eclesiales de base como espacios de crecimiento en la fe y en el compromiso social”. Sobre la conversión de estructuras eclesiales llamó a abandonar estructuras caducas, inclusive en los espacios locales, buscando nuevos métodos de evangelización, que surgen de los rostros que fueron modelando la Asamblea Eclesial, “donde Dios viene a mostrarnos que la Iglesia sigue con su vitalidad y son su fuerza”, una Iglesia que no tiene miedo a emprender nuevos caminos.

 

Laicado como sujeto eclesial

En esta Dimensión Sinodal y Participativa, Rafael Luciani analizó nueve núcleos temáticos que nos pueden orientar en la reflexión. La forma en que se llevó a cabo la Asamblea, que hizo de la sinodalidad uno de sus principales retos en la acción evangelizadora de América Latina y El Caribe, tanto su proceso de preparación como el evento final, demuestra que “la Iglesia sinodal del primer milenio no es una utopía irrealizable”, según el teólogo laico venezolano. La Asamblea puso de relieve al laicado como sujeto eclesial, es la expresión del ejercicio del principio de la Iglesia del primer milenio: “todo lo que concierne a todos debe ser discernido y decidido por todos”.

Con relación a una Iglesia Pueblo de Dios, surge el reto de crear nuevos ministerios, dependiendo de las necesidades de cada región, y renovar los existentes, pues “una Iglesia sinodal es una Iglesia toda ella ministerial”. Una Iglesia comunidad de comunidades, un concepto que nace en Medellín, una Iglesia que parte de la base para ir construyendo todo el tejido eclesial, que permitirá la potenciación del laicado en la vida pastoral y misión de la Iglesia, respondiendo a necesidades específicas.

 

La Iglesia no tiene destinatarios en su misión actual y sí interlocutores

Una Iglesia samaritana y acogedora, con estructuras para recibir a todos y a todas y poder compartir vida en abundancia, pasando de la lógica del rechazo a la lógica de la alteridad, de la relación, del encuentro. Para eso es necesario asumir la diversidad, con el pluralismo como presupuesto, entendiendo que “la Iglesia no tiene destinatarios en su misión actual y sí interlocutores”, viendo la diversidad como criterio de discernimiento.

Una cultura eclesial marcadamente laical, pasando de una cultural clerical a una laical, “porque todo sujeto eclesial por el Bautismo tiene esa dignidad fundamental en cuanto laico y laica”, con el mismo deber y derecho, que lleve a compartir espacio de responsabilidad y decisión. Desde ahí Luciani recordaba lo que dice Aparecida: “la sinodalidad es la forma de ser y de actuar en la Iglesia donde los laicos son ‘parte activa y creativa en la ejecución de proyectos pastorales en favor de la comunidad’”. Para ello es necesario renovar el ministerio ordenado desde su formación.

 

Protagonismo de las mujeres

Un clamor en la Asamblea Eclesial y en el actual proceso sinodal es el protagonismo de las mujeres en la Iglesia y en la sociedad, reconociendo su exclusión en la toma de decisiones, todavía más ante el hecho de que algunas autoridades eclesiásticas “no terminan de aceptar el acceso de las mujeres a roles de liderazgo o dirección en una Iglesia gobernada por varones”, insistió. Para ello llama a institucionalizar los ministerios femeninos, algo que se puede hacer realidad en una Iglesia red de comunidades, un eje que debe estructurar la vida eclesial a partir de las comunidades eclesiales de base, superando las estructuras parroquiales caducas.

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La conversión de las estructuras de la Iglesia es parte de un camino de una Iglesia que busca ser sinodal, con una tensión entre conversión y reforma, considerando la Asamblea Eclesial como ejemplo de “una nueva estructura que da cauce a una nueva mentalidad”. Finalmente, fortalecer el diálogo ecuménico e interreligioso, desde los espacios de formación y en la vida de todos los católicos.

 

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