El Informe Mundial de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) sobre Trata de personas publicado en 2022; asegura que durante la pandemia se detectaron menos víctimas de esta forma de esclavitud, luego de un tiempo de incremento continuo en el número de víctimas y la expansión del problema desde el punto de vista geográfico. Lamentablemente no es porque la problemática esté disminuyendo, sino porque existe una menor capacidad de las autoridades para detectar las víctimas.
Conscientes de la gravedad del problema y los dolorosos efectos de este delito de carácter transnacional, la Red Clamor trabaja en la prevención y detección del fenómeno a través de sus aliados y socios estratégicos. Un proceso colectivo que motiva la realización del Encuentro sobre trata de Personas «La vida no es una mercancía» previsto del 24 al 27 de octubre en Bogotá.
Escuchar los clamores
A lo largo de estos días se espera que los asistentes provenientes de las diferentes regiones del continente analicen la envergadura del problema a partir de los testimonios de las víctimas y las investigaciones realizadas por entidades como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Igualmente se profundizará en el contenido de la Guía de las Orientaciones Pastorales que ofrece la Santa Sede sobre la trata de personas, lo que ayudará en la identificación de los desafíos de la realidad de acuerdo con las distintas modalidades del tráfico de personas.
Particularmente se hará énfasis en lo concerniente a la trata de personas con fines de explotación sexual comercial, el reclutamiento forzoso, la explotación laboral y las nuevas formas de esclavitud. Para ello se abordarán los fundamentos del trabajo pastoral contra la trata de personas y se conocerán las producciones audiovisuales elaboradas por la Red Clamor con el fin de ofrecer herramientas pedagógicas destinadas a la prevención y socialización de la problemática.
La fuerza del testimonio
Dentro de los momentos de mayor importancia en la agenda, está la presentación del informe titulado «Dejarlo todo atrás,» cuyo contenido se enfoca en diversos testimonios de migrantes en Centroamérica y México. El evento finalizará con la presentación de los acuerdos logrados entre la Red Clamor y la Comisión de Trata de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR), además de la socialización de la caja de herramientas diseñada por la organización para enriquecer el trabajo de las organizaciones y redes del continente.
Actividades orientadas a la construcción colectiva que hacia el 2024, servirán de ayuda para consolidar procesos de formación, dirigidos a los agentes de pastoral. Se trata de mantener las acciones preventivas, el acompañamiento a los sobrevivientes y la organización de celebraciones conjuntas en torno a momentos conmemorativos y de especial recordación para las víctimas de este delito; lo que pretende llamar la atención de las autoridades y la sociedad civil sobre la necesidad de mantenerse firme en el compromiso de luchar contra este flagelo a través de la divulgación y la prevención.
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Extender los brazos
Así la Iglesia en América Latina y el Caribe busca avanzar en el análisis de una dura realidad profundizando en los desafíos que cuestionan y motivan acciones decididas para seguir adelante con la misión.
La intención es motivar y fortalecer a las organizaciones que integran la Red Clamor para que sigan adelante en la promoción de una verdadera cultura del cuidado que valore la existencia del otro. Tarea que asumen las redes territoriales que comparten este mismo objetivo como centro de su misión; orientando sus acciones hacia la formación y el empoderamiento de las poblaciones susceptibles de ser víctimas potenciales de este delito. La idea es cultivar en las comunidades la valentía necesaria para denunciar más allá del miedo y la intimidación de las mafias organizadas.
Labor que se completa desde lo pastoral a través de la Red Clamor y otras tantas que en el continente adelantan procesos que hacen evidente el deseo de la Iglesia de extender sus brazos para acoger a hombres, mujeres, niños y niñas que por una u otra circunstancia, resultaron lastimados en su integridad al caer en manos de quienes se lucran con el tráfico de personas y que por efecto de la pandemia lejos de desaparecer, optaron por perfeccionar los mecanismos que emplean para concretar su acción criminal que sabemos, socava la dignidad de millones de personas en el mundo.
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