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Misión Vocacional en la Amazonía: «Adquirir otra visión de la Iglesia”

La misión es una experiencia de encuentro, un momento de enseñanza y aprendizaje, de compartir la vida y la fe, de encontrar a Dios en aquel que encontramos. La I Experiencia Vocacional Misionera que reúne en la Arquidiócesis de Manaos, en la Diócesis de Coari y en la Prelatura de Itacoatiara, 280 misioneros, en su mayoría seminaristas, está siendo muy enriquecedora para los que llegan y para los que reciben.

 

Una experiencia de conversión

Daniel Barreto cursa 4º año de Teología en la Diócesis de Quixadá y forma parte del grupo itinerante que está conociendo diferentes realidades de la Arquidiócesis de Manaos. Dice que está viviendo la experiencia como un momento de conversión. Dios le ha hecho superar sus expectativas, que eran «sólo conocer la realidad de la Iglesia en Amazonía, que ya es de gran importancia», pero está viviendo «una experiencia de conversión en mi vida y vocación«. Daniel destaca el encuentro con diferentes personas, escuchando sus testimonios, como algo que «tiene un valor inmenso para mi vocación».

Es una experiencia que está ayudando a los misioneros «a adquirir otra visión de la Iglesia«, subraya el seminarista de la diócesis de Quixadá, que entiende que «seré ordenado no sólo para mi diócesis, sino que seré sacerdote para la Iglesia, y con ello un ardiente amor a Dios, a la Iglesia y, en consecuencia, a las personas». Una Iglesia que vive las mismas dificultades que en la región donde vive, pero en una cultura diferente. Una experiencia misionera que ayuda a profundizar en la misión, dado que el sacerdote «está llamado a continuar la misión evangelizadora que Cristo dejó para cada bautizado».

Reginaldo Fernandes, de la Diócesis de Caratinga, que será ordenado diácono el 5 de marzo, pertenece al mismo grupo y considera la experiencia muy rica, destacando la realidad diferente y la importancia de «testimoniar la presencia de la Iglesia que está muy viva también aquí en esta región«. Le está marcando «el testimonio de fe de la gente, que incluso ante tantas dificultades, tantos desafíos, tantas limitaciones, permanece firme en la fe y cree en la presencia de Dios, en la presencia de la Iglesia católica también aquí, en esta parte de nuestro país». Es una experiencia que, según él, le aportará mucho, «reforzando aún más mi deseo de estar al servicio de la Iglesia como futuro sacerdote, de estar al servicio del pueblo de Dios».

 

Sentir la realidad de la gente

Doña Inira acompaña a los cinco misioneros que participan en esta experiencia en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en la Prelatura de Itacoatiara. Dice que «tener la oportunidad de sentir la realidad de la gente de nuestra comunidad es una gran experiencia. Pude ver lo mucho que nuestra gente necesita la Palabra de Dios, necesita ser escuchada, acogida, y que la misión sirve para dar este aliento”.

Dos de estos seminaristas son Taylor Ferrari, de la diócesis de Cachoeiro do Itapemirim, y Bruno Maia, de la archidiócesis de Manaos. Para el seminarista del estado de Espírito Santo, «participar en esta experiencia me ha hecho conocer el rostro de la Iglesia en la Amazonía». Habló de las numerosas realidades que desafían no sólo al misionero, sino a la población en general, considerando el tiempo pasado en Itacoatiara como «días enriquecedores en nuestro camino como seminaristas, entrar en contacto con la realidad particular de un pueblo es de suma importancia para la formación de los futuros sacerdotes«.

Relata la realidad de las inundaciones del río Amazonas y el sufrimiento que eso provoca, algo que también destaca Bruno Maia, para quien es importante convivir con «seminaristas de todo Brasil para conocer nuestra realidad». Incluso ante las dificultades que vive la gente, subraya la sed de Dios que esta gente tiene en su vida.

 

Aprender con la comunidad

En la comunidad de San Sebastián, del Área Misionera de São José do Rio Negro, en la Archidiócesis de Manaos, Aleisson Amaral, de la Diócesis de Araçuaí, dice que está aprendiendo con la comunidad. Según el seminarista, «son indígenas del pueblo baré que proceden del municipio de São Gabriel da Cachoeira. Están organizados en la Asociación y en la Aldea, y viven su religiosidad, son devotos de San Sebastián, celebran también al Divino Espíritu Santo, celebran a San Alberto y a San Pedro». Una comunidad que se reúne los domingos para celebrar la Palabra y la celebración de la Santa Misa una vez al mes, destaca Aleisson.

«Estamos visitando a las familias, conociendo su realidad, aprendiendo de ellas, experimentando también su cocina, su forma de hacer las cosas. Nos están enseñando, ha sido muy bueno vivir y experimentar cosas nuevas, saber que también aquí en la Amazonía la gente tiene fe, la gente es trabajadora y trata a su manera de vivir en comunidad, de vivir siguiendo a Jesucristo», según el seminarista de la Diócesis de Araçuaí. Es una experiencia misionera que le está ayudando a «acercarme cada vez más a Jesucristo a través del testimonio de fe de muchas personas dispersas por el mundo«.

 

Alegría de recibir a los misioneros

En esta comunidad viven doña Rosa y doña Ana, que muestran la gran importancia de recibir a los misioneros. Nos «traen paz, ánimo, aliento para que podamos caminar juntos con los miembros de la comunidad en el día a día. Lo necesitamos de verdad, nos enseñan, nos visitan, nos transmiten cosas buenas y nosotros acabamos aprendiendo también de ellos», dice la Sra. Rosa. Doña Ana, hablando en lengua nheengatu, dice que ha sido «muy bueno que los misioneros hayan venido a visitarnos, a enseñarnos, llevamos mucho tiempo esperándolo”.

Doña Rosa, de la Comunidad Nossa Senhora de Fátima, en la Parroquia Cristo Libertador de Manacapuru, Diócesis de Coari, también está experimentando esta alegría. «Queremos agradecer a Dios por este momento, por esta oportunidad que le están dando a la Parroquia Cristo Libertador con los misioneros. Esta misión es muy importante, nos ayuda como líderes«, agradeciendo a los misioneros su presencia.

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Testimonios de quienes viven la experiencia misionera desde diferentes perspectivas, pero que muestran la riqueza de un momento importante en la vida de los misioneros, de los seminaristas, que dentro de su proceso formativo tienen la oportunidad de profundizar en un elemento decisivo en la vida sacerdotal: la misión. Pero también es un enriquecimiento para las personas que acogen y acompañan a los misioneros, en quienes descubren la presencia de Dios que sale a nuestro encuentro.

 

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