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Mons. Cabrejos: «La Navidad es una gracia, no un simple estímulo moral»

En el cuarto domingo de Adviento, Mons. Miguel Cabrejos nos recuerda que Cristo entra en nuestra historia con signos precisos que aparecen descritos en el Evangelio de Mateo. Así dispone nuestro corazón para que descubramos las enseñanzas de la Navidad.

Para lograrlo, la Palabra Santa nos presenta la figura de San José quien representa «la corriente viva de la esperanza y de la promesa hecha por el profeta Isaías,» afirma.

Un corazón dócil

Las palabras del Ángel en el episodio de la Anunciación, diluyen la tensión del corazón del primer hombre que amó a María con intensidad, asegura el presidente del Celam, explicando que San José supera el miedo porque confía en la voluntad del Padre y asume con obediencia amorosa su paternidad legal hasta convertirse en ese «íntimo colaborador de Dios en el gran proyecto de la encarnación».

De acuerdo con la antigua tradición cristiana José amó a María «con todo el corazón según la voluntad de Dios,» afirmación que advierte el presidente del episcopado peruano, constituye la fuente y origen de la revelación que nos permite conocer aquello que se cumple en la vida de María y principal sentido de la Navidad, «aquel que es engendrado en ella, viene del Espíritu Santo».

Así, explica el prelado, este anuncio se convierte en una sorpresa que, si bien trastorna la vida de José, «le abre a una vida nueva, una misión única, la de ser el padre adoptivo o legal de Jesús». Historia que a través del ejemplo enseña a las parejas de cualquier tiempo que es preciso esperar con certeza ese anuncio, la irrupción del ángel de Dios en la vida propia, porque siempre hay una presencia activa, operante del misterio, de lo divino que nos ayuda a «disolver nuestros nudos de sufrimiento y de inmadurez que hace brillar lentamente el esplendor del amor».

 

Amar con libertad

Para Mons. Cabrejos en la historia de José hay otra enseñanza de gran importancia que aplica para la vida en pareja. Se trata del respeto mutuo del que José fue testimonio con María, lo que explicó con el fragmento del Génesis que asegura que los esposos deben ser un solo ser, vivir una única existencia y una auténtica comunión de vida. No obstante, afirma el prelado «cada uno debe conservar siempre, también en la intimidad más profunda, su propia identidad, su misterio personal».

Lección que lleva al Arzobispo de Trujillo a evocar algunos versos de un poeta libanés en una composición lírica titulada «El profeta»:

Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una cadena. Cantad, bailad juntos y sed alegres, pero dejad aún que cada uno sea sólo. Entregaos vuestros corazones, pero no para poseerlos, porque sólo la mano de Dios puede llenar y contener vuestros corazones».

Tras esta profunda reflexión sobre el rol de José, su compañía incondicional a María, la apertura de su corazón para asumir la voluntad del Padre en un plan quizá distinto a lo que pensó de su propia existencia.

 

Las enseñanzas

Todo esto advierte el obispo nos permite descubrir las enseñanzas que se anticipan al tiempo de la Navidad. Mons. Cabrejos indica que la Navidad nos enseña que Dios cuida del hombre, se inclina hacia él para entablar un diálogo, desea participar de cerca de su historia, no solo en los momentos de felicidad sino en las dificultades.

«Dios todavía está en medio de nosotros presente en Jesús para darnos la certeza que el amor de Dios jamás ha abandonado nuestro universo,» afirma. Él se rebaja y desciende en la figura de un pobre y pequeño siervo, para ayudarnos a entender que «no es nuestra capacidad de sobreponernos, de ponernos por encima de los otros, sino, la capacidad de servir».

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Ser antes que tener

El sufrimiento de la Sagrada Familia es otra de las enseñanzas de la Navidad, advierte porque nos exhorta a abrir el corazón ante las necesidades materiales y las del corazón. «Hay muchos en medio de nosotros a quienes les falta casa, trabajo y seguridad y muchos más, para quienes la casa no es ya una casa, porque el afecto ha muerto o está agonizando».

Finalmente, el arzobispo peruano cierra su reflexión recordando que la Navidad nos enseña que debemos mirar más allá de nosotros mismos, que debemos mirar con los ojos del corazón y la inteligencia de la fe, para hallar el germen de la presencia que atrae al hombre a la plena verdad, superando las tendencias que buscan anteponer el tener al ser y no existe ninguna realidad, ni personal ni social, ni política ni eclesiástica, que no deba ser sometida a este principio.


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