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Mons. Jorge Lozano: «Un Dios que habla y escucha»

El importante papel de la Biblia en nuestro camino de fe es el tema que ocupa a Monseñor Jorge Lozano en su reflexión de la presente semana. Recordando que la Biblia es la palabra de Dios escrita para la comunión y la alegría, el prelado invita a encontrar en la Biblia una verdadera luz para nuestros pasos y el motivo para encontrarnos con quien nos necesita.

Dilemas cotidianos

«Escuchemos la Palabra con oído atento y corazón de discípulos misioneros de Jesucristo,» afirma el secretario general del Celam al recordar que el acelerado ritmo social en el que vivimos, muchas veces nos conduce a una especie de aislamiento e introspección, de hecho, no es un secreto que muchas personas se sientan solas y sin la posibilidad de abrir el corazón para compartir aquello que les preocupa, emociona o cuestiona.

«El diálogo entre amigos o en el seno familiar nos ayuda a ayudarnos, a compartir las alegrías y tristezas,» señala el prelado al tiempo que afirma que dicha experiencia no solo se limita a las palabras que se dicen o escriben, mucho menos a los conceptos abstractos; más bien se trata de actitudes sencillas pero que terminan por llenar el alma. Poner el hombro, abrazar, acariciar, saber hacer una pausa y el silencio necesario para escuchar, hacen parte de las formas de trasmitir y comunicar el cariño y la ternura.

Y Dios, asegura el prelado, entra en diálogo con cada persona a través de su Palabra. Así logra iluminar el camino y mostrar el horizonte que da sentido a nuestra vida. «Dios se da a conocer como Padre y, a su vez, nos revela también nuestra propia identidad de hijos suyos. Nos habla de sí mismo y de la vocación de eterna felicidad a la cual nos convoca«.

Al respecto el arzobispo argentino toma como punto de referencia la carta a los Hebreos (Hb 4, 12) en donde nos dice que “La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo; ella penetra hasta lo más íntimo del ser, hasta las articulaciones y la médula, y es capaz de discernir los pensamientos y las intenciones del corazón,” de ahí que no podamos negar que el mensaje de la palabra logra sacarnos de la tentación permanente de la comodidad, nos desestabiliza e impulsa al crecimiento, por cuanto establece diferencia entre el bien y el mal, reiterando la invitación a optar por el bien como parte de esa forma ejercer la libertad, el bien representado en el amor, el servicio y la verdad.

Sustento y guía

«La Palabra de Dios también es alimento« indica Monseñor Lozano al explicar que esa es la razón por la cual en los templos el lugar de la Palabra es un espacio semejante a la mesa del altar. Celebración que en el cuarto domingo de septiembre une a católicos y cristianos en el análisis del mismo texto sagrado: el evangelio de San Lucas que cuestiona desde lo personal: ¿Quién es mi prójimo? a lo que Jesús responde con la parábola del Buen Samaritano.

Al respecto el arzobispo de San Juan de Cuyo recuerda que no se trata de una respuesta abstracta, sino concreta. “Nos impulsa a inclinarnos ante quien está tirado al costado del camino, aunque no lo conozcamos», el ejemplo de una enseñanza que desde la Sagrada Escritura nos recuerda la importancia del servicio, la fraternidad y la solidaridad con quien se halla al borde del camino, que en cualquier momento puede ser cada uno de nosotros.

Igualmente está la parábola que en el Evangelio de este fin de semana (Lc 10, 29). se proclama y recuerda al hombre rico vestido de manera ostentosa, mientras que a la puerta de su casa un mendigo esperaba con ansias lo que sobraba de aquella mesa.

Aquí recuerda Monseñor Lozano, hay otro llamado y es a vencer la indiferencia ante el sufrimiento del pobre; lo que implica además una tarea prioritaria para los discípulos misioneros: escuchar con oído atento y corazón dispuesto el mensaje explícito e implícito en la Palabra de Dios.

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Mes clave para católicos y protestantes  

Tradicionalmente septiembre es el mes de la Biblia para los católicos. Un mes en el que recordamos mirando el santoral la muerte de San Jerónimo, un 30 de septiembre del año 420. Santo que se ocupó de la traducción escrita de la Biblia del griego y el hebreo al latín.

La traducción hecha por San Jerónimo se conoce como la Vulgata y hasta 1979 fue el texto oficial de la Iglesia católica romana, hasta la promulgación de la Neovulgata.

Para los protestantes, también es un mes de gran importancia respecto a la Sagrada Escritura porque recuerda el 26 de septiembre de 1569; fecha en la que aparece de manera impresa la Biblia del Oso, traducción atribuida a Casiodoro de Reina. Según los datos históricos, la denominaron así porque en la cubierta aparecía la figura de un oso comiendo miel de un panal y luego al ser revisada por Cipriano de Valera, se transformó en la reconocida versión de la Reina Valera, muy usada en el contexto evangélico de habla hispana.




 

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