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Mons. Jubinville: En el Sínodo, “el principal legado es haber vivido el proceso y empezar a crear espacios y pedagogías eclesiales”

La Iglesia va asumiendo el Concilio Vaticano II “con más soltura, libertad, creatividad”, afirma Mons. Pedro Jubinville. Algo que se concreta en el ser comunidades, que con la sinodalidad son llamadas a reencender la llama de una misión.

Una Iglesia sinodal que “hay gente que ya vive esa realidad desde hace tiempo, pero hay otros que tienen resistencia y no tuvieron la experiencia”. En esa Iglesia es necesario “hacerle más espacio a la gente sencilla”, sabiendo que para “realmente escuchar tendríamos que cambiar muchas condiciones para que puedan abrirse más y sentirse más a gusto”.

Por encima de las cuestiones abordadas, “tal vez el principal legado es haber vivido el proceso y empezar en cada zona a crear espacios y pedagogías eclesiales”, insiste el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, que espera que esta sea más sinodal, afirmando que “todas las Iglesias tienen que entrar en ese modo activo y creativo”.

 

La Iglesia vive una experiencia que no podemos decir que es nueva, pero que podemos afirmar que después de 60 años ha sido asumida de verdad. ¿Qué es lo que está significando este Sínodo 2021-2024?

Es cierto que es realmente asumir el Vaticano II, parece ahora con más soltura, libertad, creatividad, y yo lo considero redescubrir la importancia de la vida comunitaria. Cuando el Vaticano II habló del pueblo de Dios, ahora lo vemos mucho más concretamente, es lo que es ser comunidades. Son cosas que también en América Latina estamos rumiando y viviendo, con altibajos, pero ahora es la hora de comunidades cristianas abiertas al espacio público también, que tienen proyectos misioneros y que valoran la vida cotidiana juntos. Toda esa cosa de caminar juntos supone que tenemos comunidades.

 

En su trabajo pastoral, usted ha acompañado a las comunidades eclesiales de base, tanto en Paraguay como en el continente, comunidades organizadas a partir de los ministerios que nacen del Bautismo. ¿Podríamos decir que eso es una posible concreción de lo que sería avanzar en la sinodalidad?

Yo creo que sí, lastimosamente, muchas de esas comunidades también se han puesto rígidas y siguen más bien un padrón de administración de la cosa sagrada, y la sinodalidad viene a reencender la llama de una misión. Esa comunidad misionera está en diálogo con su entorno, con la sociedad, tiene compromiso.

También la creatividad en la vida espiritual, la celebración y el sacramento de la vida cotidiana, del apoyo mutuo, de la visita, del compartir, de la solidaridad. Eso para nosotros, porque son comunidades bastante pobres y el verdadero seguro social en Paraguay es la solidaridad familiar y comunitaria, no hay otra.

 

La Iglesia paraguaya se encontró recientemente para hablar sobre el Documento para la Etapa Continental. ¿Qué riquezas aparecieron en ese encuentro?

Tal vez ayudó a ese grupo, que era el grupo de los obispos, los vicarios pastorales y los responsables nacionales de pastorales. Era un pequeño grupo de unas 50, 60 personas, y nos ayudó a tomar conciencia de la importancia de ese espacio donde se comparte y se vislumbran las pistas pastorales. Todavía falta muchísimo, es difícil, hay una zanja entre la realidad diocesana y la animación nacional pastoral, pero tenemos un espacio para compartir, para crecer juntos y ajustarnos.

Es una comunidad que se reunió dentro de la Asamblea de los Obispos, pero con vicarios y con responsables nacionales. Aprendí aquí que algunas conferencias episcopales tienen representación dentro de sus sesiones ordinarias de responsables nacionales de pastoral. Nosotros desde 2019 tenemos dos encuentros anuales de ese grupo.

 

En las Asambleas Regionales organizadas por el Celam para llevar adelante la etapa continental del Sínodo han tenido como novedoso las llamadas comunidades de discernimiento, donde los obispos, la Vida Religiosa, el clero y el laicado se sientan juntos, de igual para igual, se sientan con los otros y comparten de igual para igual aquello que el Espíritu les va revelando. ¿Todavía cuesta entre el clero reconocer la voz del Espíritu en el mismo nivel en los laicos?

Hay gente que ya vive esa realidad desde hace tiempo, pero hay otros que tienen resistencia y no tuvieron la experiencia. Se requiere una mirada sobre los otros como iguales en dignidad y es algo que hemos meditado muchísimo, sobre la dignidad de la vocación bautismal. Lastimosamente hay todavía una idea de un plus que tiene el clero por su consagración. No digo que no hay un ministerio especifico, pero la aventura cristiana es igual para todos y siempre hay mucho que aprender los unos de los otros en esa relación de igualdad.

 

En estos encuentros se han hecho presentes representantes de las periferias, donde la formación teológica, inclusive intelectual es más limitada, pero que tienen otro tipo de formación que tal vez otras personas que tienen esa formación teológica o intelectual no tienen. ¿Podríamos decir que ellos nos enseñan lo que significa escuchar al Espíritu y caminar con Dios desde la cotidianeidad?

Todavía tenemos que hacerle más espacio a la gente sencilla y participar más de asambleas donde ellos son la mayoría y esa clase de servidores y servidoras de la Iglesia que comen de eso todos los días, que somos la mayoría aquí, clero e laicos, la mayoría son gente con mucha responsabilidad pastoral y que manejan el lenguaje nuestro. Hay una pequeña representación de la periferia y quisiera preguntarles como se sienten. Hablé con algunos y pienso que para realmente escuchar tendríamos que cambiar muchas condiciones para que puedan abrirse más y sentirse más a gusto. La cultura dominante aquí es la cultura eclesial.

 

¿Qué puertas puede abrir este Sínodo de cara al futuro?

Me pregunto eso porque es el Sínodo sobre la Sinodalidad, pero van saliendo temas que cada uno requeriría un Sínodo aparte: la mujer en la Iglesia, la cuestión de género y de las diversidades sexuales, una nueva opción por los pobres. Son muchas cosas que salen aquí. Este Sínodo, si es fiel a su título se va a centrar en cómo hacer que las estructuras eclesiales, las prácticas eclesiales faciliten más esta salida y caminar juntos, pero temo que es muy ambicioso y hay muchas expectativas.

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Se espera que todos los temas sean abordados y solucionados y no creo que sea posible eso. Tal vez el principal legado es haber vivido el proceso y empezar en cada zona a crear espacios y pedagogías eclesiales. Como Equipo Nacional en Paraguay, ya queremos que la consulta pase y queremos comenzar a trabajar para animar a nuestra propia Iglesia a que la Conferencia Episcopal sea más sinodal, que las Fiestas Patronales sean más sinodales, que el Consejo Económico sea más sinodal, y vamos compartiendo y preguntando todo el tiempo dónde hace falta ayudar a caminar juntos. Todas las Iglesias tienen que entrar en ese modo activo y creativo.

 

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