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Mons. Miguel Cabrejos: «Iglesia sinodal debe pasar del sueño a la realidad; de las palabras a la vida concreta»

Los desafíos que plantea la sinodalidad a la Iglesia y la importancia de adherirse a un proceso de discernimiento conjunto que permita descubrir la mejor manera de caminar juntos, fueron algunos de los temas propuestos por Mons. Miguel Cabrejos durante la ceremonia de apertura de la 126ª Asamblea Plenaria del Episcopado peruano prevista del 22 al 26 de enero en Lima.

Ante los obispos de las 46 jurisdicciones eclesiásticas del Perú, el prelado celebró la Eucaristía recordando que de acuerdo con la liturgia del día, es importante acoger la invitación que nos hace la Palabra a reconocer los motivos que tenemos para agradecer a Dios, lo que para la Iglesia peruana está muy relacionado con «la alegría de celebrar este momento y la gracia del camino sinodal que se está viviendo desde el contexto universal como el nacional, siempre bajo la luz y guía del Espíritu Santo».

Compartiendo su propia vivencia Mons. Cabrejos dijo que «el Sínodo sobre la sinodalidad es como un nuevo Pentecostés» y confía en que «renovará a la Iglesia en cuanto a la comunión de sus miembros y la participación activa de todos en el camino y misión de la Iglesia».

Mirar hacia atrás

Un proceso en el que asegura todos están incluidos, tanto los miembros del episcopado, como los hombres y mujeres que desde el laicado constituyen la Iglesia. Una institución que «tiene necesidad de este tiempo de gracia y discernimiento, un tiempo para mirar en retrospectiva el camino recorrido, con sus éxitos y fracasos, extrayendo las enseñanzas para un nuevo inicio y abrir nuevos caminos».

Según el prelado, se trata de una invitación a descubrir a Dios en la dolorosa realidad del mundo, lo que también aparece retratado en la Sagrada Escritura, cuando el profeta Joel invita a los sacerdotes y ministros del altar, “a llorar”. Pasaje al que se unen los episodios de Pedro con su llanto bíblico o Raquel que llora a sus hijos y no desea ser consolada porque ya no existen.

Así el obispo peruano explica que el profeta Joel aconseja a los sacerdotes y reúne a los ancianos para “estudiar y buscar juntos, nuevas maneras de presentarse ante Dios,» lo que considera guarda una gran semejanza con la experiencia sinodal hecha en Roma durante octubre de 2023. Acontecimiento del que destaca la procedencia de los asistentes de todos los continentes y la posibilidad de reunirse como una sola familia en la belleza de la unidad y la diversidad cultural.

Buscar la conversión

Para el arzobispo de Trujillo al igual que en el tiempo de la Palabra Santa, «estamos invitados a llorar y a discernir delante de este altar y de todo altar donde celebremos la Eucaristía por causa de nuestras debilidades como Iglesia». Es un llamado que afirma, aparece con claridad en el Instrumentum Laboris del Sínodo. “El rostro de la Iglesia de hoy, lleva los signos de graves crisis de confianza y de credibilidad».

Por eso, el prelado afirma que es preciso reconocer que «estamos aquí para pedir perdón a Dios por nuestros errores. La mejor manera, es emprender el camino del arrepentimiento y la conversión que abre vías de reconciliación, curación y justicia».

Si bien la Sagrada Escritura nos habla de la constante lucha de Jesús contra el mal y no podemos apartarnos de su presencia activa en el mundo; debemos saber que “su fuerza reside justamente en la estrategia de hacerse olvidar y aparecer bajo las formas más seductoras y tranquilizantes». De esta forma el presidente del episcopado peruano advirtió que “si nosotros tenemos el coraje de mirar la realidad actual de la sociedad y en la Iglesia, no será difícil constatar hasta qué punto el mal busca influenciar nuestras actuaciones y obras”.

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Crecer en sinodalidad

El reto para Mons. Cabrejos es superar la polarización, la división del mundo dividido al que pertenecemos. “Estamos llamados a combatir este potente adversario con el Espíritu Santo, protagonista de esta nueva manera de ser Iglesia, de caminar juntos en un espíritu auténticamente sinodal,” agregó.

Para ello, será vital dar testimonio del Reino de Dios y sus valores de fraternidad y solidaridad con los más pobres, vulnerables, marginados y excluidos de la sociedad, dando a conocer que Dios en su inmenso amor quiere congregarnos en una gran familia humana”.

Esta es según Mons. Cabrejos “la experiencia nos está enseñando a hacer camino juntos y crecer en sinodalidad”.  Quizá sea un proceso lento y tenga desafíos o dificultades que se manifiesten en nuestras fragilidades, inconsecuencias, miedos y sensibilidades; pero que no podemos abandonar y nos llevará a renovar nuestra disponibilidad y apertura a la diferencia. 


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