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Mons. Ojea: “No caer en la esclavitud del dinero, que es la peor de las esclavitudes”

En este XVIII Domingo del Tiempo Ordinario le Evangelio nos presenta la parábola del “rico insensato”. Según Mons. Oscar Ojea, “el contexto es que se presenta a Jesús un hombre que le pide que intervenga en una herencia familiar”. Ante esa situación, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina reflexiona sobre “qué triste es ver como la familia se pelean por dinero, las herencias, las sucesiones. ¡Cuántas veces lo hemos visto! Caen tantas cosas por tierra”.

 

La acumulación de riquezas crea una ilusión

En la parábola, el Obispo de San Isidro ve que “nos asegura que la vida del hombre no está asegurada por sus riquezas, la acumulación de riquezas crea una ilusión. El ser humano cree que por tener más es más feliz, que por tener más se agranda el yo, que el tener mucho significa el crecimiento del yo, y no es así. El apego a las riquezas destruye la vida del hombre porque la riqueza crea sumisión y esclavitud, en el fondo termina siendo una idolatría”.

Según el prelado argentino, “Jesús cuando pone la disyuntiva, la pone entre Dios y el dinero, no se puede servir a dos señores, no se puede servir a Dios y al dinero”. Desde ahí afirma que “el dinero crea esta sumisión, en sí mismo no es malo, lo que es malo es el apego, la esclavitud que crea”. Al analizar el personaje de la parábola le define como alguien que “es autosuficiente, dialoga solo consigo mismo, calcula, piensa estrategias, para poder guardar, para poder acumular, para poder crecer en bienes. No reconoce al dador de esos bienes y menos piensa en los pobres”.

 

La propiedad lleva consigo una hipoteca social

Por eso, Mons. Ojea afirma que “el tener mucho va creando insensiblemente esta acumulación, va creando insensiblemente un cierto desprecio al que tiene menos”. Recordando las palabras del Papa Juan Pablo II, dice que “la propiedad lleva consigo una hipoteca social”, insistiendo en que “somos administradores de los bienes que el Señor nos regala, y es el Señor el que nos los regala”.

Citando el libro del Eclesiastés, el presidente del episcopado argentino nos lleva a ver qué fugaz es todo: “insensato, esta misma noche vas a morir, y para quien será todo lo que acumulaste, toda esa fatiga”. Un texto que habla “de lo que es la vanidad, toda vanidad. Esa palabra vanidad significa vacío, niebla, humo, como la nada. Y el hombre cree ilusoriamente que aferrándose a ese humo puede ser feliz, y sin embargo su vida no está asegurada por esto”.

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Citando a Gandhi, el Obispo de San Isidro recuerda que “la Madre Tierra es capaz de proveer de bienes a todos los seres humanos, pero no alcanza para satisfacer la voracidad de unos pocos”. Finalmente llama a pedir al Señor “tener un justo valor de los bienes, esos bienes que se nos tienen que ir de las manos porque son para administrar, esos bienes que tienen de alguna manera una función social”. Junto con ello, “que esta parábola fuerte y dura nos ilumine para usar de ellos bien y para no caer en la idolatría, en la sumisión y en la esclavitud del dinero, que es la peor de las esclavitudes”.

 

 

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