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Mons. Roque Paloschi: «La Iglesia ha estado al lado de los indígenas contra viento y marea, y ha pagado un precio muy caro»

La letra de una canción cantada en las comunidades: «Nadie se engaña, nadie se engaña, esta historia ya empezó inhumana«, es recordada por Mons. Roque Paloschi al hablar de la situación del Pueblo Yanomami. Una realidad que conoce de primera mano, dado que entre 2005 y 2015 fue obispo de la diócesis de Roraima y desde septiembre de 2015 hasta hoy es presidente del Consejo Indigenista Misionero (Cimi).

 

Una situación nacida durante el Régimen Militar

Una historia que «se hizo inhumana de una manera muy visible, muy concreta, que estremeció al mundo, en el intento del Régimen Militar de construir la Carretera Transamazónica, donde hubo una invasión de mineros que exigió de las organizaciones humanitarias y de la Iglesia un compromiso muy grande para denunciar fuera del país el genocidio que vivían los pueblos Yanomami».

El arzobispo de Porto Velho recuerda también la Campaña SOS Yanomami, lanzada a finales de los años 80, «en la que participaron muchos sectores democráticos de Brasil y entidades vinculadas a la defensa de los derechos humanos y a la Iglesia, que también fue muy importante». Un periodo que define como «una tragedia humanitaria muy grande», recordando cómo, con gran sacrificio, el gobierno consiguió sacar a los mineros, que de hecho no se fueron del todo. Algunos incluso entraron en tierras yanomami y se apropiaron de grandes extensiones de tierra con la intención de apoderarse de ellas.

Hubo un periodo muy corto de tranquilidad con las comunidades yanomami en relación con la minería. Esta realidad cambió a partir de 2005, con la presencia visible de mineros, situación que fue continuamente denunciada por diversas organizaciones vinculadas a los yanomami, así como por la Iglesia de Roraima y el propio Consejo Indigenista Misionero. Mineros «encubiertos por los grandes terratenientes y el poder político local«, denuncia Mons. Roque.

 

Una Iglesia cercana y solidaria

El presidente del Cimi destaca la importancia del reconocimiento y la demarcación de las tierras yanomami en los años 90, en la época del Gobierno de Collor, que considera decisiva. Mons. Paloschi insiste en no ignorar que incluso con la Constitución del 88, artículos 231 y 232, «siempre ha sido una lucha en hora de la cuestión de la salud del Pueblo Yanomami y la cuestión de la educación». La Iglesia, con su misión con el Pueblo Yanomami, «siempre ha buscado ser esta presencia de cercanía y solidaridad, donde ellos tienen que ser los sujetos, los protagonistas de la historia», subraya el arzobispo de Porto Velho.

En relación a la situación actual, Mons. Roque insistió en que «no es hoy que se han hecho acusaciones a nivel nacional, el Ministerio Público, la Policía Federal, todos los órganos gubernamentales han hecho estas acusaciones, pero lamentablemente estamos donde estamos ahora porque los invasores y también los que aseguran la presencia de invasores allí, siempre se sintieron fortalecidos por las palabras del presidente que recientemente dejó el cargo, y también por su equipo de ministros y todo este frente».

 

Una tragedia ya anunciada

Mons. Roque Paloschi insiste en que «puede que nos cueste ver estas imágenes, pero esto no viene de hoy, es una tragedia ya anunciada«. No duda en afirmar que «vivimos en un país prejuicioso, discriminatorio, donde se quieren negar los derechos originarios de los primeros habitantes de estas tierras. El pueblo yanomami vive en esta región desde hace más de 12.000 años según los estudios, pero nosotros, por haber establecido un marco legal, nos creemos con derecho a quitarles los únicos derechos que tienen, sus territorios, sus culturas, sus espiritualidades y su forma de vida».

«El pueblo yanomami, y esto lo dijo Davi Kopenawa, no está en contra del desarrollo, los pueblos indígenas no están en contra del desarrollo, pero ¿qué tipo de desarrollo es éste, en el que queremos destruir la Creación, envenenar la tierra, el agua y el aire para concentrar la riqueza en manos de unos pocos?«, subraya Mons. Roque. Por eso resalta que «es más que urgente que el Gobierno Federal, con sus diversos ministerios, asuma esta responsabilidad pública y no desista hasta que el último invasor sea retirado de todas las tierras indígenas, lo que es una vergüenza para Brasil, donde estamos negando el derecho de los primeros habitantes de estas tierras».

 

Buena acogida mutua entre el pueblo yanomami y la Iglesia católica

El pueblo yanomami siempre ha acogido muy bien a la Iglesia católica, afirma quien fue obispo de la diócesis de Roraima durante 10 años. Mons. Roque destaca la época en que la diócesis coordinaba la salud indígena, siendo insistentemente solicitada por los indígenas para que no dejase de hacer ese trabajo, siendo abandonado a raíz de las grandes dificultades con la Fundación Nacional de Salud (FUNASA).

En este sentido, recordó que las comunidades siempre han percibido la presencia de los misioneros como «una presencia de quienes caminan juntos, respetando la cultura, respetando la espiritualidad, respetando el modo de vida, respetando la historia«. Mons. Roque recordó las palabras del Papa Francisco a los Obispos con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud en 2013, cuando el Santo Padre dijo: «La Iglesia está en Amazonía, no como los que tienen la maleta en la mano para irse después de haber explotado todo lo que pueden. Desde el principio, la Iglesia ha estado presente en la Amazonía con misioneros, congregaciones religiosas, sacerdotes, laicos y obispos, y allí sigue estando presente y siendo decisiva en el futuro de esa región».

«Todo esto muestra también el gran reconocimiento de la presencia de los misioneros, tanto en la misión de Catrimani como en la de Xitei, durante más de 20 años, que lamentablemente no logramos encontrar más misioneros, misioneras que aceptaran vivir en esa región, dejó un vacío», recuerda Mons. Paloschi. Insiste en que «puedo decir cuánto afecto siento por la receptividad, la acogida, pero también por este camino respetuoso de la Iglesia, de los misioneros hacia su vida y de los indígenas hacia la vida de los misioneros».

 

Ni la persecución impidió la cercanía de la Iglesia

Algunos, incluso entre sus miembros, quieren desacreditar la postura de la Iglesia manifestada en la nota de los Obispos del Regional Norte1 de la CNBB del 21 de enero de 2023. Mons. Roque Paloschi no duda en afirmar que «la ignorancia es lo peor, es el peor peso que llevamos». Según el presidente del Cimi, «el pueblo de Roraima, el pueblo de la región, reconoce la presencia de la Iglesia y la opción hecha de permanecer junto a los pueblos indígenas contra viento y marea», insistiendo en que «la Iglesia permaneció junto a los pueblos indígenas contra viento y marea, y ha pagado un precio muy caro, ha pagado un precio muy caro, pero no se ha movido de su opción de cercanía, de diálogo con los pueblos indígenas, y sobre todo esforzándose por hacerlos sujetos de su propia historia».

Mons. Roque recuerda que Mons. Aldo Mongiano, Mons. Servilio Conti, que estableció la misión de Catrimani, Mons. Aparecido José Dias, «siempre mantuvieron esta posición de cercanía y no la han abandonado. Fueron atacados, calumniados, perseguidos, tuvieron seguridad, Mons. Aldo pasó mucho tiempo bajo la protección de la Policía Federal, el propio Mons. Aparecido, pero no abandonaron su proximidad con los pueblos indígenas«. Según el arzobispo de Porto Velho, «basta leer la historia para comprender la opción que hizo la Iglesia», insistiendo en que «muchos misioneros fueron perseguidos, calumniados y difamados, pero permanecieron fieles a la Cruz de Jesús y a la Cruz de los pueblos indígenas».

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«Decir esto es ignorar la historia y es sobre todo querer crear una polémica en la que nunca se han reconocido los derechos de los pueblos indígenas», destaca Mons. Paloschi. Por eso no duda en definir esas actitudes como «maldad y continuidad de fake news e intentos de desviar el foco, que es la necesidad urgentísima de velar y cuidar por la vida de los pueblos y de toda la Creación«, más aún en un «escenario despiadado respecto a la cuestión indígena».

 

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