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Mons. Vicente Ferreira: 7 años del crimen de Mariana, «resultado de una violencia sistémica»

El 5 de noviembre de 2015 quedó marcado en la historia de Brasil como uno de los mayores crímenes ambientales. Fue ese día cuando la presa de la empresa Samarco se rompió en el municipio de Mariana, cobrando 19 vidas, desplazando a cientos de familias y causando innumerables daños económicos, sociales y medioambientales en la cuenca del río Doce.

 

¡Mientras hay vida, hay lucha!

Siete años después, Mons. Vicente Ferreira, denunciando los siete años sin reparación, hace un llamamiento a la resistencia, porque «¡mientras hay vida, hay lucha!«. En un texto publicado en la web de la Región Episcopal Nuestra Señora del Rosario, de la Arquidiócesis de Belo Horizonte, afirma que «más de 100 personas afectadas han muerto en los años transcurridos desde el crimen, sin ninguna reparación. Tampoco se ha avanzado en la cuestión del reasentamiento».

El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Belo Horizonte denuncia que «sólo en octubre de 2022 la Justicia reconoció el derecho de las comunidades afectadas por la ruptura de la presa de Fundão a ser asistidas por asesores técnicos independientes (ATI). Habían sido elegidos desde 2018, pero las empresas mineras no aceptaron, por razones de codicia. Se ha construido un nuevo acuerdo con la mediación del Consejo Nacional de Justicia. Esto deja a los afectados con muchas incertidumbres. Y las quejas de falta de información y participación. Es aún más aterrador saber que el Estado y las instituciones de justicia son rehenes de los intereses económicos de las empresas mineras».

 

Necesaria conversión ecológica

Según Mons. Vicente, que es miembro de la Comisión de Ecología Integral y Minería de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), «para 2050, los científicos estiman que 1.200 millones de personas serán refugiados a causa del cambio climático. Y no nos cabe duda de que nuestra equivocada relación con el medio ambiente es la principal causa de esta tragedia socioambiental«. Recuerda las palabras del Papa Francisco que «ha insistido en la necesidad de una conversión ecológica». Para ello, afirma el obispo, «debemos reconocer que nuestro tejido cultural global es pecaminoso. Porque ha sustituido a Dios por el dinero; la vida por el lucro».

«No son situaciones aisladas. Son el resultado de una violencia sistémica. De ese neoliberalismo colonizador. Abastece los bolsillos de los ricos; deja el dolor con los pobres», denuncia Mons. Vicente Ferreira, recordando que «después del crimen de Mariana, vino lo que ocurrió en Brumadinho».

 

Redes de resistencia

Frente a esto, «en contra de la continuidad del crimen, resuena un grito colectivo: ‘Mientras hay vida, hay lucha'», según el obispo auxiliar de Belo Horizonte. Un grito que «se fortalece en las redes de resistencia«, citando a quienes continúan la lucha para que este crimen no se olvide: «Cáritas, la Comisión de Medio Ambiente de la Provincia Eclesiástica de Mariana, los movimientos sociales y muchos otros grupos atentos a los gritos de los pobres y de la tierra».

Mons. Vicente los considera «sembradores de otros modelos de supervivencia«. Los que surgen de los pueblos originarios, los quilombolas, la agroecología, etc. Cosas tan antiguas y necesarias. Nuestro futuro será ancestral. O seguiremos inmersos en tanto mal”.

 

Defensores de los derechos humanos y de la tierra

El obispo auxiliar de Belo Horizonte expresa su apoyo «a todos los que perseveran en la lucha por la justicia, la reparación y la memoria», dándoles la mano desde Brumadinho, insistiendo en que «rendirse no es una opción». Según él, «hay muchas dificultades, pero ninguna es mayor que el amor que nos puso en la condición de defensores de los derechos humanos y de la tierra«, insistiendo en que «estamos en el lado correcto de la historia». Y esta es nuestra mayor gloria. Aunque pasemos por noches oscuras. La valentía vale más».

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Recordando las palabras de Conceição Evaristo: «acordaron matarnos, pero nosotros acordamos no morir«, el obispo pide «que seamos una sirena capaz de despertar un nuevo cielo y una nueva tierra». Para ello, citando a Laudato Si’, Dom Vicente hace un llamamiento: «Caminemos cantando; que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza».

 

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