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Monseñor José Domingo Ulloa: “Aunque somos un consejo episcopal, no podemos ejercer ese ministerio sin los laicos”

Monseñor José Domingo Ulloa, arzobispo de ciudad de Panamá, fue electo Segundo vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) en la 39ª Asamblea General Ordinaria, celebrada en Puerto Rico. Nombramiento que lo tomó en Roma, mientras participaba de la Asamblea general de Cáritas Internacional.

El prelado, de 66 años, es arzobispo de Panamá desde 2010 y estuvo vinculado al Celam en su antiguo departamento de justicia y solidaridad como responsable de la sección de movilidad humana, de turismo y de la pastoral del mar. Ahora vuelve como integrante de la presidencia para el periodo 2023-2027.

En entrevista con ADN Celam aseguró que “a la nueva dirigencia, nos toca darle más fuerza, ponerle más carne y concretar desde este espíritu lo que la misma asamblea en Puerto Rico nos ha legado como línea a fortalecer la colegialidad, eclesialidad y sinodalidad. Esto es fundamental”.

No duda en afirmar que el Secretariado del Episcopado de América Central (SEDAC) ha sido su más grande escuela en 20 años como obispo, por tanto, apuesta que esta instancia seguirá apoyando al Episcopado latinoamericano en atender los clamores particulares de esta región del continente.

¿Cómo ha recibido esta nueva encomienda?

“He recibido esta encomienda con sorpresa, pero también con muchos deseos de poder servir al Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) ahora desde esta dimensión de segundo vicepresidente.

También nuestra gente, nuestra Iglesia particular, ha recibido esta designación con gozo; también preocupado, porque es más trabajo, pero lo hago porque es una convicción donde la Iglesia nos necesite ahí estaré siempre presente, ha sido mi convicción desde siempre.

Aún cuando usted no estuvo en Puerto Rico presencialmente, ¿Cómo fue ese momento cuando le proponen ser segundo vicepresidente del Celam?

“Fue una semana antes de viajar a Roma. Recibí una llamada diciéndome que posiblemente se me iba a postular como como segundo vicepresidente; al principio, reitero, me sorprendí. Pero inmediatamente dije sí. En la asamblea los hermanos presentes me eligen y pudieron contar también con mi aprobación.

Estaba esa semana representando a la Pastoral social Cáritas Panamá en Roma. Casi a la medianoche de allá recibo la llamada de que ya estaban las votaciones y que había mucha probabilidad de que yo pudiera ser elegido. Luego recibí una segunda llamada para decirme que ya había sido elegido y si aceptaba, entonces la respuesta fue la misma; realmente agradecía a los hermanos y que contaban con toda mi disponibilidad para poder servir a la Iglesia ahora en esta nueva designación”.

Facilitador del diálogo

A propósito de su labor en el SEDAC y, particularmente, en la mesa de diálogo entre el gobierno panameño y sectores sociales, ¿cómo piensa proyectar esa labor incidencia a nivel latinoamericano a través del Celam?

“Yo viendo la situación que vivía el país después de compartir también con el grupo de hermanos laicos, algunos sacerdotes, era una convicción frente a lo que sucedía en nuestro país. No nos podíamos quedar con los brazos cruzados y hablando así muy entre casa y entre hermanos, no podemos estar mirando los toros desde la barrera.

Entonces optamos por lanzarnos al ruedo. Sabiendo también las consecuencias que eso podría tener. Y por eso expresábamos que si nosotros pudiéramos ser puentes para que los hermanos se encontraran, estábamos dispuestos a sufrir también los golpes que se nos pudieran dar de un lado o de otro.

Pero si éramos catalizadores en ese momento. Así pudieron contar con nosotros y de ahí empezaron nuestros encuentros con los diversos movimientos sociales y también con el gobierno y ser capaz de poder sentarnos a una mesa de diálogo, sabiendo también nosotros nuestras limitaciones.

Creo que ha sido una gran escuela y, por eso, la figura que se nos vino a la mente no era de técnico, sino de facilitador del diálogo. Al principio, los ciudadanos no entendían nuestro papel, pero nosotros lo teníamos claro, que las dos realidades pudieran encontrarse. Entonces ya en esta mesa de diálogo desde el día primero éramos conscientes de que tendría otra etapa, una etapa donde ya técnicos pudieran ir coordinando, además de otros sectores de la sociedad como los empresarios.

Hicimos todo lo que se nos mandó, el tener contacto también con organizaciones que pudieran llevar adelante este diálogo, Lamentablemente no se dieron las condiciones y por eso también vimos como un cierre, porque creo – y tengo que ser honesto – nosotros podemos ser facilitadores, pero en este momento no teníamos la herramienta para llevar esa mesa de diálogo desde otra perspectiva».

Aún cuando sin la intervención de la Iglesia, no se hubieran logrado avances en este diálogo.

“Eso lo podemos decir con toda humildad. Yo creo que lo han reconocido los diversos sectores. Si no hubiéramos estado allí como puente en la historia de nuestro país, se transformaría por otro lado.

Al final, el resultado ha sido la paz social. Creo que poder reafirmar nuevamente el diálogo, podemos ir buscando entre todos, las soluciones y, tal vez, otra gran enseñanza, es anticiparse un poco a las crisis. Hay algunas crisis que se van gestando y que se le puede dar un giro si somos capaces de sentarnos conversar”.

Usted releva a otro centroamericano, al cardenal Leopoldo Brenes, y precisamente hablando del diálogo, ¿cómo seguir acompañando a la Iglesia de Nicaragua por ejemplo?

“Creo que ya nuestras misiones en el Celam como en el Sedac, tienen que ser apoyo a las propias conferencias episcopales, porque al final uno puede encontrar a veces frases, motivaciones, pero los que están viviendo adentro son los que saben el momento oportuno para esas manifestaciones.

Entonces, en situaciones como la que estamos viviendo en Nicaragua concretamente, creo que no podemos nosotros traspasar algo, sin escuchar primero a los hermanos obispos. Lo que sí es cierto es que la manifestación de nuestro apoyo tiene que ser siempre constante a ellos como personad y después ya viene esa otra realidad de poder expresar lo que todo un cuerpo sentimos, porque cuando hablamos del Celam, estamos hablando del cuerpo episcopal latinoamericano y del Caribe y es una voz que ha de ser escuchada también en nuestras latitudes».

Apoyo del laicado

En esta nueva presidencia, se han propuesto a seguir avanzando en colegialidad, en eclesialidad y en sinodalidad, ¿cuáles aspectos del periodo que acaba de culminar deben continuar?

Tenemos que realmente reafirmar esa ingente tarea de renovación de las estructuras. Ahora a la nueva dirigencia nos toca darle más fuerza, ponerle más carne y concretarla desde este espíritu que la misma asamblea en Puerto Rico nos ha legado como línea a seguir fortalecer la colegialidad, eclesialidad y sinodalidad. Esto es fundamental. Ningún proyecto en el Celan se puede realizar sin antes haber escuchado a cada circunscripciones episcopales en Latinoamérica y el Caribe.

La sinodalidad – y ahí la pongo como un ingrediente – aunque bien es cierto el Celam es un consejo episcopal, hoy no podemos ejercer ese ministerio episcopal sin los laicos, y eso lo puedo expresar desde mi trabajo episcopal de 20 años que ha sido junto a los laicos. Sí podemos usar esta frase, yo creo que hay un co-gobierno entre la responsabilidad que tengo como obispo y mi reconocimiento al papel de los laicos, incluso, en algunas tomas de decisiones en nuestra Iglesia.

Entonces yo creo que el Celam tiene el gran reto también de no solo ser una instancia episcopal, sino donde los laicos también nos puedan ayudar a ejercer juntos nuestro ministerio”.

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