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Mons. Teodoro Gómez: “La corrupción es la causa principal de la pobreza y miseria que se vive en Honduras”

Honduras enfrenta una crisis que abarca los ámbitos social, económico y político, esto según un informe presentado en la reunión de secretarios generales de los episcopados de América Latina y el Caribe en el Celam. El documento, elaborado por la Conferencia Episcopal de Honduras, describe una realidad marcada por altos niveles de corrupción, pobreza extrema, migración descontrolada y debilitamiento de las instituciones democráticas.

 

La corrupción como flagelo nacional

Monseñor Teodoro Gómez, obispo auxiliar de Choluteca y delegado ante el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), profundizó en la crítica situación al afirmar que «según estudios y estadísticas, la corrupción es la causa principal de la pobreza y la miseria que se vive en Honduras, tanto en las zonas rurales como urbanas, incluyendo los cinturones de pobreza y los barrios más desfavorecidos». Sin desestimar que «la corrupción es fuente de violencia, y en este contexto, también circula el narcotráfico».

«Hay un descaro en los políticos y en otras instituciones sobre este tema de la corrupción», señaló monseñor Gómez citando como ejemplo el caso del expresidente Juan Orlando Hernández, hallado culpable por narcotráfico ante una corte estadounidense, al igual que «diputados, policías de alto rango, empresarios y una lista que parece interminable».

En la esfera económica, el informe indicó que la miseria se está intensificando debido a la escasez de oportunidades laborales. Esta realidad ha desencadenado una crisis migratoria sin precedentes, con miles de personas, especialmente jóvenes, abandonando el país a diario en busca de oportunidades debido al desempleo y la persistente inseguridad.

 

Familias desintegradas por la migración

Igualmente el obispo hondureño describió el dilema que enfrentan al comentar que «la gente se ha desencantado y se ve obligada a optar por la ruta migratoria, a pesar de todos los riesgos que conlleva», recordando que la migración tiene consecuencias que «afectan tanto a las familias como a las fuentes de trabajo». 

La migración forzada impone un costo considerable en el tejido familiar hondureño. Al respecto,  monseñor Gómez destacó las secuelas de este fenómeno que «como resultado, los hijos quedan desatendidos. El padre ausente deja de prestar atención, y si la madre emigra con él, los niños quedan al cuidado de la abuela».

Además, explicó que cuando los padres migran y envían remesas, «a menudo los hijos las despilfarran, lo que puede vincularse con problemas como el consumo de drogas y otros comportamientos perjudiciales».

Ante esta crisis migratoria, la Iglesia hondureña ha implementado «una pastoral social de acompañamiento a las familias que están viviendo esta situación», subrayó el prelado. Adicionalmente, se busca «potenciar las comunidades de base» para asegurar una mayor participación de los fieles.

 

Los obispos claman por el bien común

En el plano político, la institucionalidad está experimentando un deterioro progresivo, lo que debilita la democracia actual y hace que se vea amenazada por la tendencia de los gobiernos entrantes a perpetuarse en el poder, independientemente del partido político al que pertenezcan, según lo expuesto en el informe.

Según monseñor Gómez los obispos hondureños están preocupados ante esta situación porque «a pesar de los llamados de la Conferencia Episcopal para que los políticos busquen el bien común, estos continúan priorizando sus intereses personales, familiares y de partido». Lamentó que «el pueblo está decepcionado» con el actual gobierno, del cual dijo que «poco o nada se ha hecho por sacar adelante a este país de la situación de miseria que se vive».

El informe denunció que “los políticos conforman una sola mafia”, donde los partidos son prácticamente idénticos, con algunas pocas excepciones. Asimismo, el gobierno actual se muestra intolerante ante las observaciones y críticas de la oposición y la sociedad civil. Esta intolerancia se refleja en el nombramiento de personas sin capacidad gerencial en posiciones clave del aparato estatal, “sólo porque han sido activistas políticos”.

 

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Dificultades en el camino sinodal

En el ámbito eclesial, el informe resaltó avances desiguales en la implementación del Sínodo sobre la Sinodalidad entre las diócesis hondureñas. monseñor Gómez reconoció que «nos está costando salir de nuestro letargo, de nuestra comodidad», y precisó como un desafío clave «vivir más plenamente la comunión» dentro de la Iglesia.

El prelado admitió las deficiencias en este proceso al afirmar que no se ha “tomado muy en serio el tema del Sínodo sobre la Sinodalidad, comenzando desde nosotros los obispos». No obstante, destacó los esfuerzos por involucrar más a los laicos en parroquias y comunidades de base, reconociendo así la importancia de fortalecer la participación activa de toda la comunidad eclesial.

Honduras enfrenta desafíos significativos en los contextos social, económico, político y eclesial. La corrupción arraigada, la pobreza extrema, la migración forzada, el deterioro democrático, la incertidumbre sobre el poder real y la necesidad de una mayor comunión y participación en la Iglesia son algunas de las problemáticas principales que el país centroamericano debe abordar de manera inmediata.


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