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P. Edwin Vanegas Cuervo: “A los Seminarios no nos llegan ángeles”

El individualismo mediático, la fragmentación de las familias y la necesidad de contar con herramientas que ayuden a consolidar un proyecto de vida a largo plazo, son tres elementos presentes en la realidad de los aspirantes al sacerdocio en América Latina y el Caribe que confirman la necesidad de contar con el aporte de ciencias como la psicología en los itinerarios formativos de seminarios y casas religiosas.

El trabajo en red

Un proceso que se viene consolidando en el continente, según afirma el P. Edwin Vanegas Cuervo miembro de la Junta Directiva de la Organización Latinoamericana de Seminarios (OSLAM), al mencionar las razones que motivaron la realización del curso taller para profesionales de la salud mental efectuado en el Celam del 17 al 19 de octubre.

El también rector del Seminario Mayor de San José en Bogotá, explica que la intención es fortalecer los vínculos y propiciar el trabajo en redes de apoyo entre el personal especializado en salud mental, presente en los centros de formación sacerdotal y religiosa de América Latina y el Caribe.

“En esta oportunidad también se busca ofrecer elementos nuevos para el trabajo de acompañamiento psicológico, analizando su pertinencia en la vida de los jóvenes que se preparan para el sacerdocio”. Un proceso que contó con la experiencia del P. Juan Pablo Dreidemie rector del Seminario de Mendoza en Argentina. “El profesor invitado se enfocó en la actualización de contenidos y procedimientos a través del diálogo y el intercambio de experiencias, lo que ayudará a definir criterios comunes con la certeza de que el acompañamiento a los jóvenes es una tarea de diaria renovación”.

Mujeres y hombres que forman

El P. Edwin Vanegas Cuervo sostiene que una de las mayores dificultades es que no todos los Seminarios cuentan con estos procesos de ayuda. Algunos hasta ahora están en el proceso de vincular a estos profesionales a sus grupos de formadores.

“Otra dificultad es el exceso de espiritualización en el proceso formativo, lo que impide valorar la vinculación o ayuda de estas ciencias auxiliares”. Sin olvidar que los formadores están ante el reto de unas generaciones de hombres cambiantes, jóvenes con dificultades en su estructura humana. “A los seminarios no nos llegan ángeles, nos llegan jóvenes que hay que acompañar desde donde podamos, para ofrecerles ayuda en su proceso de maduración integral y más desde la dimensión humana, porque hoy son muy lacerados, debido a las características de nuestra propia contemporaneidad,” advierte.

Al curso-taller sobre salud mental asistieron 36 psicólogos procedentes de México, Perú, Chile, Argentina, Colombia, Bolivia, Paraguay, Ecuador y Venezuela. Todos con diferentes opciones vocacionales un grupo en el que había laicos, religiosas, religiosos y sacerdotes, destacándose el nutrido grupo de mujeres que empieza a consolidarse como parte activa de los equipos de formadores en los Seminarios y pieza clave en el proceso de discernimiento y análisis de la idoneidad de los candidatos al sacerdocio desde la óptica de los profesionales de la salud mental.

Proceso que debería ser parte de la realidad de la Iglesia en América Latina y el Caribe, pero que en muchos lugares apenas emerge. De acuerdo con el P. Edwin Vanegas la presencia de la mujer en los Seminarios y casas de formación religiosa aporta además de los conocimientos, el aspecto relacional.

“Ya no es solamente un claustro masculino, esto favorece la normalidad en las relaciones, además de la calidad de estas mujeres como creyentes y profesionales cuya sensibilidad muestra su deseo de que esos ‘hijos’ que van a salir como sacerdotes sean los mejores, además de sus competencias profesionales y creyentes. Aquí he escuchado experiencias de fe muy grandes cercanas a la vida de la Iglesia. Es muy importante la presencia de la mujer en los Seminarios porque entre otros elementos contribuye a la purificación de la motivaciones”.

Reconstruir historias

La realidad de los jóvenes, su situación familiar y las características del tiempo en el que han crecido, ratifican la necesidad de ciencias como la psicología en el entorno formativo. “Hoy difícilmente encontramos jóvenes que provengan de hogares constituidos o profundamente arraigados en la experiencia de la fe, los hay, pero ya no son la mayoría. Ahora es lo contrario son menos los que tienen la gran fortaleza de sus vínculos familiares. Entonces el primer reto es ayudarles a reconstruir sus historias de vida”.

Situación que advierte el formador se refleja en el aislamiento propio de los jóvenes. “Sumergidos en un individualismo mediático, inundado por la tecnología, les cuesta la relacionalidad y en una vocación sacerdotal o religiosa nos la jugamos al 100% por el contacto con el otro”. Es decir, se debe buscar un equilibrio entre la vida académica, la espiritual y el fortalecimiento de las diferentes dimensiones humanas, “en el caso de la psicología nos ayuda a vencer esas barreras de intimismo a las que muchas veces nos enfrentamos o acostumbramos a vivir como sacerdotes”.

Igualmente, la presencia de los profesionales de la salud mental en los Seminarios, ayuda a los jóvenes en el proceso de clarificar su proyecto de vida a largo plazo. “Los jóvenes llegan con la idea de los proyectos cortos, entonces no es fácil que entiendan que se están preparando para un proyecto de toda la vida. Por eso, es necesario descubrir sus propias motivaciones, camino en el que además de la psicología es necesario el apoyo de la sociología y el trabajo social. Lo importante es desarrollar un trabajo integral y no seccionado lo que implica formarlos en la prevención de cualquier manifestación de abuso desde la condición sacerdotal, una formación orientada hacia el manejo de la cultura del cuidado”.

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Apóstoles del cuidado

Ese es uno de los frutos de la presencia constante de los psicólogos en los Seminarios. “Hemos ganado eso, no los estamos previniendo para que no sean abusadores, los estamos formando para que sean apóstoles del cuidado y que, desde su humanidad y consagración sacerdotal, estas situaciones tan desastrosas no vuelvan a suceder no solo desde el contexto sexual, sino desde el abuso de autoridad o de conciencia. Incluso, muchos de los psicólogos que asistieron al curso hacen parte de las comisiones de prevención y otorgan una atención especial a la cultura del buen trato, enseñando la importancia de perder el miedo que estas situaciones han generado y que así puedan constituirse en apóstoles del cuidado”.

Finalmente, se trata de valorar los aportes de la psicología a la formación de los nuevos sacerdotes que deben ser acompañados desde y para la sinodalidad. Un camino de formación para el cuidado, desde un entorno en donde las decisiones sean más consensuadas y los jóvenes protagonistas de su proceso asumiendo una proyección frente al ejercicio de su misión más allá de los muros del Seminario.

Preparados para la experiencia de la vida comunitaria, dispuestos al crecimiento que surge del encuentro con otros, particularmente con los que piensan diferente, hacer vida esa formación académica y humana tras 8 o 9 años en el Seminario o la casa de formación, lo que supone un reto para convertirse en un pastor que transmita a Dios y sea feliz acompañando los procesos de fe en las comunidades.


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