ADN Celam

Reflexión Bíblica: Domingo, 17 de julio de 2022

“Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender? Dile que me ayude” (Lc 10, 40)

Ante las emergencias emocionales, alimentarias, bélicas, sociales, eclesiales y ecológicas, hay quien se siente impotente, sin apoyo o sin posibilidad de revertir el desastre, y se pregunta a modo de “reclamo”: ¿solo veo yo esta realidad?, ¿por qué las instituciones siguen siendo tan corruptas?, ¿qué pasa con los buenos discursos cuando solo existe inacción cómplice?, ¿dónde queda el Evangelio si los sufridos nos ven encerrados en la sacristía?

Aunque también podría existir un gran número de personas conscientes, responsables y con buena voluntad que no encuentran “espacios” de solidaridad, colaboración, participación y transformación. Tal vez haya una élite que acapara los espacios de decisión y de ritualidad institucional, y no dan oportunidad a las fuerzas-ideas-respuestas nuevas, con el horrible argumento de que “siempre se ha hecho así”.

Ni todo lo tienen que hacer las “martas”, ni todo lo pueden esperar las “marías”, porque cada miembro de la comunidad humana, eclesial y ecológica tenemos nuestra “corresponsabilidad” en lo que va bien y lo que debería cambiar; en la alegría de la fraternidad universal y en la complicidad con los abusos y violencias; en el cansancio de los que se queman dando todo de sí sin quedarse con nada de sí; en la mediocre comodidad de quien reclama a los demás (con aires de cierto profetismo) sin arriesgar tiempo, dinero, seguridades o principios…

A Jesucristo “le importa” el servicio y la alegría de la comunidad; así como también la entrega generosa y el trabajo en equipo. Ciertamente es importante que acudamos a la mesa del Reino para alimentarnos integralmente, y es vital que seamos “buena noticia” para los descartados, sufridos, víctimas, pobres y prejuiciados.

No aceptemos dualismos religiosos ni justificaciones sagradas, ni tampoco indiferencia cómplice, porque urge vida, amor, fraternidad y alegría… familiar, social y eclesial… mientras escuchamos: “dile que me ayude” y “denles ustedes de comer”.

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