ADN Celam

Si no tienes amor, no tienes nada

Hoy concluye el año y tres comentarios familiares de corte diferente, pero complementarios, componen las lecturas de hoy, en este contexto de la Navidad, particularmente lleno de resonancias.

La primera lectura es del libro del Eclesiástico, habla de las virtudes que deben acompañar a la sabiduría y entre ellas, el “amor a los progenitores

Se trata de un comentario al cuarto Mandamiento. El verbo dominarte es el honrar, verbo que indica amor, ayuda concreta, respeto, asistir, acompañar (llevar de la mano) y cuya recompensa será la bendición Divina. Aún en la vejez, los progenitores son siempre un signo vivo del amor efusivo de Dios en la creación. La segunda lectura nos ofrece un “código de vida familiar” bajo la fisonomía de Cristo.

De hecho, “como el Señor les ha perdonado, así haced también vosotros”. Como Cristo les ha amado. Así la raíz de la entera existencia cristiana debe ser el amor. “Si no tienes amor, no tienes nada”. Y al vértice de la celebración está la familia de Nazaret, que recoge la escena en un momento particular de su historia. La visita al templo durante la peregrinación anual.

Junto a José y María el evangelio coloca a dos ancianos con los cuales hace un retrato detallado y lleno de ternura. Conociendo bien cuanto sea urgente en la actual sociedad el tema de la “tercera edad” pongamos en estos dos ancianos, Simeón y Ana nuestra atención.

Justicia y esperanza

Ellos pertenecen al pueblo de los anawinesto es “los pobres del Señor”, es decir a aquellos que ponen su confianza solo en Dios, sobre la justicia y sobre la verdad, no en su propio orgullo, sobre bienes materiales o sobre el poder.

Simeón, “hombre justo y temeroso de Dios”, hombre de la esperanza y del Espíritu, presenta su propia espiritualidad con un himno breve, el “Nunc Dimitis”, semejante a una jaculatoria de serena y alegre resignación, de dulce abandono, de confianza esencial, pronunciado por un hombre que siente cercano a él, un atardecer lleno de luz y sin temor.

Pero el canto de Simeón no es adiós melancólico sino al revés, es un saludo festivo a la Palabra de Dios que ahora se cumple, un canto de fe y de esperanza cierta, y esto es el sentido de la existencia cristiana.

 

Recompensa divina

Sus sentimientos son los mismos de las bienaventuranzas de San Lucas: “Bienaventurados los ojos que ven aquello que ustedes ven. Muchos Profetas y Reyes han deseado ver aquello que ustedes ven, pero no lo vieron; escuchar aquello que ustedes oyen, pero no lo oyeron”.

Al lado de Simeón está Ana. “quien es semejante a una sonrisa”. Ella es el retrato de la vejez feliz, bendecida por Dios, en el estilo de las narraciones patriarcales para las cuales las canas venerables eran el signo de la justica y de la recompensa divina.

El Eclesiastés describe de modo lacerante el destino del anciano que, al amanecer, delante de la secuencia de nuevas horas sin sentido y sin acción exclama “Yo no tengo ganas” (Ecls 12, 1). No hay más gusto en el vivir, no hay más sabor, no hay amor, no hay más sentido ni meta a alcanzar.

Frutos en la vejez

Ana es, al contrario, es la representación de la vejez laboriosa y llena de esperanza, a sus 84 años no es el tiempo que se le ha escapado como arena, que le ha dejado la mano vacía. Para ella no existen recuerdos semejantes a hojas flotantes sobre el lago de la soledad.

San Lucas la retrata como la orante serena, que “no se aleja jamás del templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones”.

De frente a un mundo siempre más vacío y a la búsqueda frenética de una sociedad artificial, de un sin sentido, Ana se levanta como el signo de la verdadera paz, de la alegría y de la plenitud.

El Salmo del anciano, 92 canta: “El justo florece como la palma, crece como un cedro del Líbano. Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. Todavía en la vejez producen frutos, siguen llenos de frescura y lozanía para anunciar lo recto que es Dios”.

Le puede interesar: Balance de la Red Iglesias y Minería sobre 2023: “Los grupos de fe no han perdido la esperanza de enfrentar al gigante”

Un empeño misionero

Ana es presentada también como viuda. No se trata solo de una indicación referencial, porque sabemos la relevancia que las viudas tenían en la comunidad cristiana de los orígenes con su empeño caritativo.

San Lucas está atento en señalar esta presencia preciosa. Significativo es el “código de la viuda cristiana” (encima de los 60 años) en 1Tim 5, 3-16, donde aparece la fisonomía de Ana. “La viuda repare la esperanza en Dios y se consagre a la oración y a la plegaria día y noche”. (

La viuda según el evangelio debe ser un signo libre y gozoso de entrega a Dios y a los hermanos.

Con esta luz la presencia frecuente de las ancianas y de las viudas en la comunidad debe transformarse en fuente de gozo, de oración, de alabanza, de la que recibe el anuncio de Cristo en la catequesis y en el empeño misionero.


Recibe gratis por WhatsApp y Telegram las noticias de la Iglesia latinoamericana y caribeña https://bit.ly/3HcXLDU

Sigue toda la información sobre el Sínodo 2021-2024 aquí https://bit.ly/3RguCLO

Descarga el libro “Pironio, profeta de esperanza” https://bit.ly/41s5Qi1

Descarga el Documento de reflexiones de la Asamblea Eclesial https://bit.ly/3QXoffM

Post a comment