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Vida Consagrada Indígena: “Seremos una voz que reivindique la dignidad de los pueblos indígenas en la Iglesia y en el mundo”

Con el lema “Las mujeres indígenas en el amanecer de los pueblos”, se llevó a cabo el Seminario de Vida Consagrada Indígena, donde se compartieron experiencias y reflexiones en torno al papel de la vida consagrada en los pueblos originarios de América Latina.

El encuentro se celebró en la Casa de las Misioneras Lauritas, en Quito, Ecuador, del 27 al 29 de septiembre de 2024, con la participación de laicos, religiosas, religiosos, seminaristas y sacerdotes diocesanos provenientes de ocho países (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Perú y Estados Unidos).

“Aprendimos de nuestras vivencias, utilizando una metodología que nos permitió despertar miradas, intuir presencias y tejer sueños en conjunto”, señala el mensaje que da a conocer el desarrollo de los tres días.

Una pintura que ilustra la identidad de la Vida Consagrada Indígena

A través de una pintura, la Vida Consagrada Indígena fue ilustrando este despertar, mostrando en cada elemento un símbolo de unidad, desafíos, compromisos y esperanza.

La imagen tiene manos entrelazadas, en una relación de la unión y la representación de compartir experiencias en equipos de vida, oración y relaciones interpersonales, “con la mirada puesta en Jesús”. En medio el rostro de una mujer y de un árbol, que según explicaron “evocan a Dios Madre, que fecunda y visibiliza la experiencia de lo femenino, hilándose con el lema del encuentro: las mujeres indígenas en el amanecer de los pueblos”.

La aguja y el hilo, que son una ilustración de los desafíos, compromisos y esperanzas: “De tejer los sueños revelados por la acción del Espíritu para construir una Vida Consagrada Indígena con rostro, identidad y carisma congregacional propios”. Finalmente, la raíz, que dijeron “hace referencia a la sabiduría de las abuelas y abuelos, así como al legado de los nietos, invitando a resignificar los valores culturales y cristianos”.

El mensaje da cuenta del desarrollo del encuentro, que inició con una invocación de los Mayas y un ritual de los pueblos amazónicos. Los participantes compartieron el “tejer de sus sueños” en torno a la “Chakana” de los pueblos andinos, un símbolo que une el cielo, la tierra y lo sagrado.

Despertar miradas

El documento reciente hecho público, remarca la identidad y la espiritualidad como los pilares que sostienen a los pueblos originarios: “Dios nos puso en esta tierra para servir, no para ser reconocidos, y estamos llamadas/os a vivir una ritualidad auténtica, integradora y salvadora”.

También afirman que la transformación que necesita la humanidad, la Iglesia y nuestros territorios tiene rostro femenino, en este contexto, las mujeres indígenas por su mirada amplia e integral: “La mujer sostiene al mismo árbol con sus diversas ramas, uniendo sin desconfianza ni miedo. Lo que fluye en el compromiso cultural, social, ecológico y eclesial de las mujeres no puede ser silenciado ni invisibilizado”.

En el despertar de las miradas también recuerdan que el indígena “come lo sembrado y viste lo tejido”, para afirmar que “los pueblos originarios somos esperanza para la preservación de la humanidad y de nuestra casa común, gracias a nuestra profunda conexión con la Madre Tierra”. Además, aseveran que “nuestra cosmoexistencia y cosmopraxis son un reflejo de respeto y cuidado hacia todos los seres vivos, los ecosistemas y las relaciones simbióticas”.

Intuir presencias

El documento señala que hoy las mujeres invitan a reconectar con una espiritualidad femenina que celebra la vida en todas sus manifestaciones, recordándonos el poder transformador de esta fuerza interior que, como el Cantar de los Cantares, llama a despertar en cada uno: “En este viaje de autodescubrimiento, celebramos la diversidad y el cuidado mutuo como fuerzas transformadoras”.

El mensaje hace referencia a la espiritualidad ancestral, reconociendo la sacralidad en cada rincón de la creación y en nuestras comunidades, las tradiciones ancestrales perviven, “tejiendo un rico tapiz cultural”.

La Vida Consagrada Indígena retoma el legado de la sabiduría ancestral para reconstruir las historias y recuperar espacios de encuentro para sanar y crecer juntos. También, resistiendo a las visiones mercantilistas, buscando una conexión profunda con la naturaleza y con uno mismo.

Los laicos, religiosos y sacerdotes afirman que “el arte y la cultura son nuestras herramientas para transformar el mundo”, por medio del arte se expresa la identidad y se construye un futuro colectivo. Con la danza, la música y la poesía se celebra la diversidad y se tejen sueños de un mundo más justo y equitativo.

En el documento la Vida Consagrada Indígena se asegura que las mujeres han cultivado una sabiduría ancestral que conecta con la tierra, siendo “guardianas de la vida, tejiendo redes de cuidado y solidaridad”.

Tejer sueños

La Vida Consagrada Indígena se está redescubriendo y reimaginando a través de un tejido de sueños y esperanzas que buscan revitalizar las raíces ancestrales y proyectar un futuro de armonía, espiritualidad y servicio.

Se plantea la necesidad urgente de cambiar las miradas y purificar las cosmovisiones para integrar plenamente el valor de lo femenino, que nutre, consuela y sostiene a las comunidades: “Nuestro primer territorio es el vientre de nuestra mamá, seguido del espacio de nuestra familia y de nuestro pueblo. Esta mirada nos integra a todos y contrarresta los proyectos de muerte que excluyen y hacen perder el sentido de nuestra vida”, sostienen.

Las voces indígenas comparten sus sueños, que van desde la presencia sinodal de la mujer en la Iglesia y la sociedad; pasan por promover comunidades religiosas indígenas, misioneras y proféticas; el seguir construyendo la Iglesia con rostro y corazón indígena; y profundizar la espiritualidad. También, crear nuevas alianzas y articulaciones, haciendo camino con las comunidades; saber estar con amor y paciencia; y ser memoria y esperanza para las nuevas generaciones.

Soñamos una Vida Consagrada Indígena que crezca y florezca, enraizada en sus profundas tradiciones ancestrales, y a la vez abierta a nuevas formas de espiritualidad que respeten y dignifiquen nuestra identidad cultural”, manifiestan, esperando ser testimonio de un amor auténtico a Dios y a la creación, en armonía con la Madre Tierra.

Finalmente, la Vida Consagrada Indígena expresa su deseo de fomentar el diálogo intercultural y espiritual, promoviendo la justicia, la paz y el respeto hacia los pueblos originarios. “Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para acompañar, cuidar y proteger nuestras tradiciones, siendo un puente entre las culturas y una voz que reivindique la dignidad de los pueblos indígenas en la Iglesia y en el mundo”, afirman.

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