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Celam 2023-2027: “Trazar horizontes hacia el futuro, mirando lejos”

Encontrar horizontes teológico-pastorales para la gestión 2023-2027 a la luz de la Asamblea Eclesial y de una Iglesia sinodal en salida, ha sido el propósito de la reflexión de Mauricio López y Carlos Galli en la 39ª Asamblea General Ordinaria del Celam, que tiene lugar en Puerto Rico de 16 a 19 de mayo de 2023. Eso después de los participantes haber escuchado los informes de los pasos dados por la presidencia y los centros pastorales en el último cuatrienio.

 

El camino sinodal del Celam

Mauricio López aborda la cuestión reflexionando sobre “el camino sinodal del Celam como proceso de conversión: aprendizajes, conexión regional con lo universal, desafíos y esperanzas”. El director del Centro de Redes y Acción Pastoral (CEPRAP) partió de la Asamblea General de Tegucigalpa en 2019, que “dio las orientaciones para iniciar un profundo y serio proceso de renovación y reestructura pastoral e institucional del Celam”.

Allí se buscó, realizar un análisis y discernimiento serios sobre la misión pastoral del Celam, animar que sea una escuela de Sinodalidad, responder a la realidad y ser competentes ante ella, e idear otra estructura pastoral más adecuada. Siguiendo el llamado del Vaticano II a una reforma permanente de la Iglesia, basada en una nueva eclesiología y en el pueblo de Dios como sujeto histórico de la evangelización, lo que se concreta en el llamado de Aparecida a ser discípulos misioneros y asumir una pastoral decididamente misionera. Ello desde el pedido de ser seguidores de Jesucristo.

Eso se concretó en una estructura más sinodal, a través de los cuatro centros pastorales, vistos como instancias de servicio, cuya intrínseca complementariedad se define y se comprende desde el trasfondo metodológico del Ver-escuchar, Juzgar-discernir y Actuar”. Eso teniendo como ejes una Iglesia sinodal y en salida y el Desarrollo Humano Integral y la Ecología Integral, inspirado en los cuatro sueños del Papa Francisco en Querida Amazonía, insistió Mauricio López, que también se refirió a los horizontes específicos de la Acción Pastoral del Celam.

 

Asamblea Eclesial expresión de conversión sinodal

Una conversión sinodal en la que se avanzó con la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, en la medida en que “nos pusimos en genuina actitud de escucha”, según el director del CEPRAP, resaltando que eso se llevó a cabo en plena pandemia, buscando “impulsar caminos concretos para ser una Iglesia más Sinodal”. Desde ahí relató los aciertos: una experiencia inédita, una participación sin precedentes, ser un proceso. También lo que no ayudó: no implicar con mayor fuerza a los improbables, participación en la Asamblea de grupos más institucionalizados, falta de una preparación mucho más intencionada y cuidada, menos porcentaje de mujeres en la Asamblea que en la fase de escucha, donde hubo expresiones de clericalismo.

Mauricio López enfatizó aspectos que dan esperanza, como fue la genuina participación del Pueblo de Dios, el método de participación y de discernimiento comunitario, la presencia esencial de la espiritualidad, la conexión con el Sínodo de la Sinodalidad, lo que llevó al director del CEPRAP a preguntar: “¿cómo se realiza hoy, en los distintos niveles (desde el local hasta el universal), este ‘caminar juntos’ que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, según la misión que se le ha confiado?”.

 

Conversación espiritual como aporte

Algo que generó intuiciones, tensiones o divergencias y prioridades, temas recurrentes o líneas de acción, que se concretaron en la Fase Diocesana y en la Etapa Continental del Sínodo, donde la conversación espiritual fue el instrumento privilegiado para el discernimiento comunitario, insistió Mauricio López. Un elemento que destaca es “el sentido de equidad, reconociendo la diversidad de vocaciones, estados de vida, edades, género, procedencia, experiencias y visiones sobre la Iglesia”, lo que produjo frutos evidentes y palpables, siendo una experiencia transformadora y sanadora en sí misma. Todo ello dio paso, tras el trabajo de un equipo al respecto, al documento enviado a la Secretaría del Sínodo.

Finalmente, el director del CEPRAP insistía en que, ante la pregunta por lo más significativo de esta experiencia, responde con otra pregunta: “¿De qué modo hemos sido transformados a nivel personal, comunitario y como Iglesia, por la experiencia de encuentro y escucha del Dios de la vida mediante las voces concretas del pueblo de Dios, y a qué nuevos caminos concretos me (nos) ha impulsado esto?”. Se hace necesaria una genuina conversión que lleve a abrirse al Espíritu, para lo que pedía la intercesión de la Virgen Madre.

 

Descubrir lo que se está gestando

Queriendo mostrar los horizontes teológico-pastorales para el plan global del Celam 2024-2027, a la luz de la Asamblea Eclesial, en una Iglesia sinodal misionera, el presbítero Carlos María Galli, quiso “trazar horizontes hacia el futuro, mirando lejos”, desde un descubrir “lo que se está gestando” por obra de Dios. Para ello llamó a “aprender de las experiencias, emprender iniciativas creativas y animar juntos la esperanza”.

Su reflexión tuvo como punto de partida el papel del Concilio Vaticano II en la reforma misionera de Francisco, recordando las palabras de Juan Pablo II en 2001, cuando afirmó que “el Concilio Vaticano II es la brújula que debe guiar el camino de la Iglesia en el tercer milenio”. Para Galli, “el pontificado de Francisco es una nueva etapa del acontecimiento conciliar”, que tuvo su punto de partida en Evangelii Gaudium, “una síntesis actualizada de la Evangelii nuntiandi y de Aparecida”, según el miembro del Equipo Teológico del Celam.

 

La reforma desde la acción del Espíritu Santo

Una reforma que en la Iglesia es “por la acción del Espíritu que la santifica desde dentro y a partir de los procesos que surgen desde las periferias y se convalidan en el centro”, afirmó. Eso sin olvidar que “la emergencia de una eclesialidad sinodal impulsa el reto de imaginar reformas sinodales en las mentalidades, actitudes, prácticas, relaciones y estructuras eclesiales”, citando como ejemplo las novedades de la Conferencia Eclesial para la Amazonia y de la primera Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, que buscan “articular la comunión en novedosas formas de participación”.

Con relación a las líneas pastorales desde la Asamblea Eclesial al Sínodo 2021-24, ve la primera como “un fruto del desborde del Espíritu en medio de la pandemia”, en vista de ser “signo profético de una Iglesia viva y cercana”, un tiempo en el que surgió el actual Sínodo y que se ha ido conjugando. Eso en la perspectiva de que “el Pueblo cristiano está llamado a caminar junto con toda la familia humana, siendo sacramento de salvación y esperanza”, insistiendo en que “los creyentes somos sinodales, o sea, compañeros y compañeras de camino, llamados a ser sujetos activos por participar del único sacerdocio de Cristo”.

 

El Espíritu actúa para avanzar en la conversión sinodal

Una comunión sinodal y misionera a la que el Pueblo de Dios es animado por el Espíritu, según el teólogo argentino, que “actúa para que avancemos en una conversión sinodal, lo que supone el don y el cultivo de las actitudes de escucha, diálogo, discernimiento en común”. Eso desde el protagonismo del Espíritu en la Iglesia sinodal, que llevó al padre Galli a afirmar que “en clave sinodal se pueden analizar las relaciones entre el sacerdocio común y el ministerio ordenado” y también las reformas. Desde ahí llamó a promover una Iglesia sinodal misionera desde una sinodalidad misionera, pues Francisco en Evangelii Gaudium convoca a “la reforma de la Iglesia en salida misionera”. Una Iglesia que vive desde las iglesias del sur “una renovada catolicidad intercultural y una figura policéntrica”, llamando al Celam a “seguir ayudando a que la Iglesia católica se enriquezca con los aportes de las iglesias regionales y continentales”.

Para el padre Galli, los signos de los tiempos nos piden dar razón de nuestra esperanza en Cristo, reflexionando sobre la importancia de América Latina en el avance del

sensus fidei fidelium con el método ver – juzgar – actuar, un método enriquecido en el actual Sínodo con la conversación espiritual e interpelado por las realidades de los pueblos del continente. Desde ahí señaló algunos aspectos relevantes: eclesiología de comunión del Pueblo de Dios; reconocimiento desde el bautismo, superando el clericalismo; impulsar la formación y la participación del laicado joven y femenino; itinerarios formativos sinodales; respuesta ante los abusos en la Iglesia, entre otros elementos.

 

El pontificado de la revolución de la ternura

Otro punto destacado por el teólogo argentino fue que “la alegría del Evangelio comunica el desborde de la misericordia de Dios Padre”, reflexionando sobre el desborde misionero como elemento presente en el Magisterio del Papa Francisco. Para Galli, el Vaticano II es el Concilio de la Misericordia, insistiendo en que “el pontificado actual trasmite una espiritualidad, una pastoral y una teología centradas en la revolución de la ternura” y que “la misericordia es un principio hermenéutico de este papado”, lo que según el teólogo “se traduce y simboliza en lógica de aproximación del Buen samaritano”, que “sale de sí y se vuelve cercano”, pues “la misericordia se conmueve ante la miseria”.

Para el presbítero argentino, “la dimensión social del amor genera la fraternidad universal y la amistad social”, lo que fundamenta en el hecho de que “el cristianismo innova en la concepción de la proximidad y de la fraternidad”, hablando de “la fundación de esta familia grande, que redefine el parentesco”. Para Galli, “la Iglesia está llamada a ser una fraternidad compasiva en el corazón de un mundo herido”, recordando las palabras de Fratelli tutti que dicen que “sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad”. Desde ahí hizo ver que una Iglesia fraterna desarrolla la dimensión social de la evangelización porque, si ella “no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora”, citando Evangelii Gaudium.

 

Renovar el amor preferencial por los pobres

En una región que ha sido la más afectada por la pandemia, propuso “renovar este amor preferencial porque los pobres son utilizados por los populismos neo-estatistas como bandera de su legitimación y son despreciados por los populismos neoliberales que acusan a la Iglesia de pobrismo”. Una fraternidad compasiva que se manifiesta en la acogida hospitalaria al extraño, enfatizando que “el amor samaritano es un signo evangelizador clave para toda América, un continente con muchos migrantes del sur al norte”. Junto con ello, resaltó que “la sinodalidad motiva a la Iglesia a salir de sí y servir a todos”.

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Finalmente, reflexionó sobre Guadalupe como icono de la Visitación misionera y de la cultura afectiva de la fe en América, destacando la devoción mariana en el continente, y la figura de María como “la primera discípula misionera que visitó a nuestros pueblos”, proponiendo algunos pasos a ser dados en ese sentido, afirmando que “el icono mariano ilumina la evangelización como salida, visita y encuentro”. Desde la figura mariana propuso nuevos lenguajes juveniles, sobre todo los musicales y digitales, un estilo pastoral marcado por la cercanía a la gente, la calidez en el trato, los gestos de afecto, el cultivo de la amistad, la vivencia familiar, la acogida cordial.

 

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