La reflexión de Mons. Oscar Ojea en este vigésimo sexto domingo del Tiempo Ordinario le lleva a afirmar que “el Evangelio de este domingo nos presenta la parábola del rico y el pobre Lázaro, dos personajes distantes, dos personajes contrastantes. El rico ‘banqueteaba’ todos los días, el pobre deseaba saciarse con las sobras; el rico se vestía de purpura y lino finísimo, el pobre cubierto de llagas, ese era su vestido. El rico hace como que no ve nunca el pobre; no lo percibe, esta como blindado para con él; y sin embargo al pobre son los perros los que van a lamerle las yagas. La suerte de los dos es diferente”.
Lazaro, mensaje de Dios para nosotros
Explicando la parábola, el presidente del episcopado argentino afirma que “Lázaro significa Dios ayuda, Lázaro es el mensaje de Dios para cada uno de nosotros: ‘tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber’; allí esta Jesús”. Desde ahí se pregunta: “¿Y cuántas excusas encontramos para no abrir nuestro corazón a los hermanos más pobres? Pensamos mienten, engañan, tal vez están cobrando otro dinero; yo también estoy muy pobre, ¿qué voy a hacer con esta gente cargosa que se me presenta en el camino?”
Ante ello, el Obispo de San Isidro afirma que “sin embargo, hay un sexto sentido que nos enseña a ver. Para el Evangelio el verdadero pobre de espíritu es el que sabe que hay otro más pobre que él”. Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “este rico hacía como que no veía al pobre, pero en realidad se daba cuenta, porque en el diálogo posterior, desde el lugar de tormento, se dirige a Abraham llamándolo Lázaro: ‘Decile a Lázaro que vaya a ver a mi familia, o que refresque mi lengua con sus dedos’”.
Preferimos no ver
En realidad, reconoce el obispo, “se daba cuenta, hacia como que no lo veía”, ante lo que se cuestiona: “¿Cuántas veces hacemos como que no vemos?”. Respondiendo señala que “preferimos no ver, preferimos mirar para otro lado y nos está ganando paulatinamente esta cultura, que en el fondo conduce a la aporofobia, que es el odio al pobre”. Algo que se basa en que “yo estoy recubriendo continuamente de excusas el no abrirme, el no ayudarlo, entonces no voy a vivir el Evangelio, lo voy a vivir solo de palabra como este rico que lo llama a Abraham, su padre, manifestando que era un cumplidor de la Ley, pero no de obra”.
Mons. Ojea hace ver que “Lázaro es el mismo Jesús que mendiga nuestra conversión del corazón, que se pone al lado nuestro como un verdadero don para que nosotros podamos abrirnos a vivir a fondo el Evangelio”.
Jornada Mundial de Oración por los Migrantes y Refugiados
El prelado argentino recuerda que “vivimos la Jornada Mundial de Oración por los Migrantes y Refugiados”, que en el lema de este año hace ver la necesidad de “construir junto a ellos un futuro, que nosotros podamos contemplar esta situación en este momento de la oración y pedirle al Señor por tantos dramas humanos de hermanas y hermanos que tienen que huir de su país para buscar asilo en otros por distintos motivos: guerras, hambrunas, situaciones insostenibles, migraciones forzadas por el cambio climático, por el deterioro del medioambiente”.
Finalmente invita a que pidamos al Señor “por tantas hermanas y hermanos nuestros que golpean las puertas de nuestro corazón representando al mismo Jesús”.
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