La Conferencia de Obispos de Cuba ha suscrito un mensaje por el tiempo de Adviento y han señalado que “este es un tiempo de gracia en el que la Iglesia nos invita a preparar juntos el pesebre de nuestro corazón, de nuestras familias y comunidades para que acojamos a Jesús con un renovado amor”.
Por ello, “procuremos estar más atentos, aprender a mirar y escuchar, para reconocer las señales que Dios nos pone cada día, a través de las cuales nos va guiando, alentando o advirtiendo ante los peligros, pero sobre todo para descubrir cómo Dios se va manifestando en la realidad, tejiendo nuestra historia con asombrosa cercanía y respeto, ayudándonos a poner lo mejor de nosotros al servicio de todos”.
En este tiempo de adviento «cuánta falta nos hace despertar la alegría y esperanza, en medio de tantas oscuridades y desalientos. La presencia de Jesús en medio de nosotros es la fuente de una alegría que nada ni nadie nos puede quitar, en Él hemos puesto nuestra esperanza y sabemos que no seremos defraudados».
Los prelados han señalado que en la isla se cumplirán “25 años de que las autoridades de Cuba decretaron la Navidad como un día feriado, lo cual permite que las personas puedan compartir esta fiesta en familia y participar en las celebraciones en sus respectivas comunidades”.
Asimismo se cumplen 25 años de la visita de San Juan Pablo II a nuestra patria, “un acontecimiento que marcó la historia y fue una bendición para nuestro pueblo”, por lo que “en el reciente encuentro que mantuvimos varios obispos con el Papa Francisco, presentamos el proyecto de hacer memoria agradecida de esta inolvidable visita” y anunciaron que el cardenal Beniamino Stella, Nuncio en Cuba en ese momento, pudiera presidirá las celebraciones a partir del 24 de enero de 2023.
Vivir la Navidad
Los Obispos han recordado que “la Navidad es siempre un acontecimiento nuevo porque nuestra situación personal, eclesial y social va cambiando y, por tanto, desde esa nueva perspectiva acogemos al Niño Jesús, que viene a compartir nuestra vida, a caminar con nosotros y enseñarnos a vivir como hermanos”.
También han aprovechado para expresar su cercanía “a las familias, que sufren la emigración y necesitan de un modo especial que esa luz que encendió Jesús al nacer pobre y humilde en Belén, brille cálida, mostrándoles su presencia cercana, solidaria, que consuela y reconforta, que nos da la certeza que en Jesús se unen todos los caminos y se acortan todas las distancias”.
“La Navidad saca lo mejor de cada persona, despierta el amor a la vida, a la familia, crea un ambiente de paz que invita al encuentro con Dios, con los hermanos, nos hace tomar conciencia de que nunca estamos solos, que Él es el Emmanuel, el Dios con nosotros, que viene a quedarse y enseñarnos a mirar la vida con su mirada para reconocer su presencia en el prójimo y en los acontecimientos de la vida cotidiana”, han dicho.
Advierten que “vivir la Navidad no es sólo acoger la luz que enciende Jesús con su presencia, sino también aceptar la invitación que Él nos hace de ser luz para nuestros hermanos, que necesitan signos de esperanza que los fortalezca para seguir haciendo el camino de la vida”.
Guiados por el Espíritu Santo
Los prelados invitan a escuchar al profeta Isaías en la Nochebuena, que nos dice: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. (Is. 9,2). Deseamos que esa luz brille en nosotros para reconocer nuestras tinieblas y dejar que, en medio de ellas, irrumpa esa gran luz. Que allí donde haya miedo, desconfianza, rutina, mentira y odio, Cristo ponga coraje, esperanza, entusiasmo, verdad y perdón”.
También han mencionado que “Jesús nos enseña que nadie puede luchar en la vida aisladamente, se necesita una comunidad que nos sostenga y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia adelante”.
Por tanto, “los sueños se construyen juntos. Que en esta Navidad volvamos a soñar construir una patria de hermanos, donde cada uno pueda vivir con dignidad, donde nos escuchemos y dialoguemos para discernir el futuro, donde luchemos por el bien de todos en especial de quienes han quedado marginados por distintos motivos”.
“La Iglesia crece en la medida que todos y cada uno somos capaces de asumir la misión que Jesús nos confió, con verdadero entusiasmo y compromiso”, para ello, “necesitamos que el Adviento sea un tiempo en que tengamos una honda experiencia de encuentro con Dios, a través de la oración, de la meditación de la Palabra de Dios que es un manantial inagotable de vida nueva del cual beber”, apuntaron.
Para finalizar han reiterado: “Caminando juntos, sinodalmente, avanzaremos guiados por el Espíritu Santo, y a la escucha de nuestros hermanos y hermanas”.
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