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Cardenal Steiner: «Sin la retirada de la minería ilegal, sin la reestructuración de la sanidad, el pueblo yanomami no tendrá futuro”

En este momento tan difícil para el Pueblo Yanomami, el Cardenal de la Amazonía se ha hecho presente para visitar a los indígenas y alentar los caminos que ya están emprendiendo las organizaciones indígenas y la Iglesia Católica. Una voz firme y profética dejó claro que «sin la retirada de la minería, sin la reestructuración de la sanidad, el pueblo yanomami no tendrá futuro».

Una agenda apretada

Una agenda apretada, pero que fue una oportunidad para visitar a los enfermos, reunirse con líderes indígenas, cada vez más organizados, con representantes de la Diócesis de Roraima, siempre presente en defensa de los pueblos originarios, y con la prensa local, no siempre interesada en la agenda indígena, pero que, según el Cardenal Leonardo Steiner, tiene un papel decisivo en la construcción de una sociedad justa y fraterna. Pidió a todos que unieran sus manos y trabajaran juntos para ayudar a evitar que mueran más niños indígenas, que son la riqueza y el futuro de los pueblos.

En la Diócesis de Roraima viven más o menos 120 mil indígenas, de los cuales 80 mil viven en las 32 tierras indígenas homologadas, según el Consejo Indigenista Misionero (CIMI), informó al Cardenal Steiner. Una población víctima de una situación muy compleja, pero que no es nueva y ha sido denunciada en innumerables ocasiones. Las causas son la minería ilegal, sostenida por la violencia, que ha hecho habitual ver cadáveres flotando en los ríos, y el abandono de la Salud Indígena, aumentando exponencialmente los casos de malaria y desnutrición.

Múltiples crímenes

Junto a ello, la explotación sexual por parte de los mineros, incluso de menores, y la muerte violenta de mujeres indígenas, encaminada a la desaparición de los pueblos originarios y sus culturas, realidad denunciada por los propios indígenas, ha impactado fuertemente al purpurado. De hecho, las estadísticas dicen que el 70% de las mujeres asesinadas en Roraima en los últimos años murieron en las minas ilegales de oro, una realidad forjada en la violencia y controlada por el crimen organizado llegado de otras regiones. Una violencia que se reproduce en la ciudad de Boa Vista y que tiene como consecuencia una sociedad cada vez más dividida y omisa.

El conocimiento de esta realidad fue agradecido por el cardenal Steiner, quien destacó la importancia de reunir la documentación de cara a la apertura de un proceso. Desde ahí llamó a vivir este momento difícil y desafiante desde una experiencia de fe y con un sentimiento de esperanza, que el Arzobispo de Manaos ve en una Iglesia atenta y dispuesta a ayudar a los indígenas, que está presente en el hecho de que hoy contamos con los indígenas, algo que considera un enorme paso adelante y que está presente en el hecho de que hoy existe un Ministerio de los Pueblos Indígenas, dirigido por los propios indígenas, y la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) también está dirigida por indígenas.

Unirse a los pueblos indígenas y darles protagonismo

El Cardenal llamó a los miembros del CIMI y de las Pastorales Sociales, a quienes pidió que Dios les dé audacia y valor, a unirse a los pueblos indígenas y darles protagonismo, apoyarse en su cultura y forma de ser, buscando junto con ellos soluciones, también en diálogo con el nuevo gobierno, pero sabiendo que el gobierno no lo hace todo. En este sentido, la Iglesia tiene el reto de presionar a favor de los pueblos indígenas como testimonio del Evangelio, desde una actitud samaritana. Una Iglesia que cree en la fuerza de los pequeños y que en Roraima siempre ha vivido en tensión estando del lado de los pequeños, una Iglesia que recordando las palabras de Pedro Casaldáliga está llamada a vivir en la esperanza.

Una visita para comprobar la extrema dificultad del pueblo yanomami, que sufre desnutrición, como pudo comprobar el cardenal, pero también es víctima de la minería que ha invadido sus tierras y de la falta de sanidad. Todo esto es consecuencia de un gobierno que no cumplió con su responsabilidad con los pueblos indígenas, cerrado al diálogo y que ha tratado de invisibilizar a estos pueblos, provocando una verdadera desesperación, un verdadero genocidio, insistió el arzobispo de Manaos.

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Este es un llamado al gobierno, a las organizaciones indígenas y a la Iglesia, desde una sensibilidad evangélica, para poder «llevar aliento, pero también ayudar en el futuro», que pasa por el retiro de la minería ilegal y la reestructuración de la sanidad. Siempre teniendo en cuenta que «no podemos vivir en el futuro una catástrofe semejante con respecto a los pueblos autóctonos como la que le está ocurriendo al pueblo yanomami«. Para ello es necesario «abrir los ojos para ver la necesidad de estar más cerca como Iglesia», una cercanía que también debería formar parte de la agenda del Gobierno.

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