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Mons. Ojea: “El corazón de Jesús se involucra con el corazón del hermano”

Comentando el Evangelio del 11º Domingo del Tiempo Ordinario, Mons. Óscar Ojea nos dice que “vemos con claridad el trabajo de Jesús, caminando, recorriendo las ciudades, enseñando, predicando, anunciando el Reino, proclamando la Palabra y curando a los enfermos”, una actividad que el presidente de la Conferencia Episcopal argentina define como impresionante, continua.

 

Acción y contemplación

Para el obispo de San Isidro, “Jesús no es un activista, Jesús sintetiza perfectamente la acción con la contemplación, Jesús sabe mirar lo más profundo del corazón de cada hermano, de cada hermana”. Por eso dice el Evangelio, recuerda Mons. Ojea, “que sintió compasión de ellos, porque los vio abatidos y agobiados como ovejas sin pastor”. Ello le lleva a afirmar que “el corazón de Jesús se conmueve, el corazón de Jesús se involucra con el corazón del hermano, el corazón de Jesús padece con aquel que padece, pasa por sí mismo aquello que le pasa al otro, a la otra. Por eso es tan particular esta compasión y los ve dispersos, los ve sin rumbo, los ve sin sentido, andar por cualquier lado”.

Una descripción de las ovejas dispersas, que según el presidente del episcopado argentino se parece “al mundo en que estamos viviendo, cuanto desaliento, cuanta confusión, cuanto no saber a dónde ir, cuánta necesidad de aquellos que puedan ayudarnos a ver la luz, que puedan ayudarnos a encontrar el camino, que puedan sostenernos, que puedan crear la atmósfera para que podamos juntos ver con claridad hacia dónde ir”.

 

Lo esencial está sembrado por el Espíritu Santo

En esa tesitura ve “qué necesidad inmensa tenemos de estas personas por las cuales el Señor nos invita a rezar en el Evangelio de este domingo: ‘Rueguen al dueño de la mies que envíe trabajadores para la cosecha’”. El prelado insiste en que “es curioso, dice para la cosecha, es decir, lo esencial ya está sembrado en el corazón de todos y de todas, lo esencial está sembrado por el Espíritu Santo, él ha sembrado, ha regado, pero es necesario cosechar. El operario del Reino, el trabajador del Reino, aquel que trabaja en la mies, encuentra lo esencial ya hecho, lo que tiene es que aprovechar aquellas capacidades que están ya sembradas, aprovechar la inmensa dignidad de los hermanos que los va a llevar a necesitar encontrar el camino, servir al bien común”.

En palabras de Mons. Ojea, “esta capacidad de aquel que sirve al Reino, tenemos que pedirla, tenemos que implorarla al Señor porque hoy más que nunca necesitamos estas personas que puedan animar, alentar, colaborar, servir, no buscándose a sí mismo, sino, con humildad, tener esta vocación comunitaria de poder ayudar a los demás a caminar en la luz y con mayor seguridad. Necesitamos estos líderes positivos”.

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Finalmente resalta que “el Evangelio nos pide esto, el Evangelio nos sostiene para esto”, señalando “que podamos pedirle al dueño de la mies para tener dirigentes, operadores, y en la Iglesia sacerdotes, que puedan ayudar a los hermanos a encontrar un camino, este camino luminoso que nos regala el Evangelio de Jesús”.

 

 

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